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Identidad
Las tradiciones de los salasacas se viven en museo

En enero los campos de la Sierra norte de Ecuador se visten de verde. Es un verde intenso con franjas negras.

Lunes 16 Enero 2017 | 04:00

 En el primer mes del año, los pueblos que tienen como elemento esencial de su trabajo el calendario agrícola, saben que es la época del crecimiento de las semillas, del florecimiento, de la época de la sisa. 

Ese verdor y ese tiempo de capulíes es notorio en Salasaca y no es raro ver a las mujeres hilando por la calle mientras llevan a sus ovejas al pasto; a los hombres con el azadón en el hombro, caminando a las deshierbas; y a otras féminas cargando a la espalda la hierba para los cuyes.
En Salasaca el dinamismo es total y parte de esa forma de vida se plasma en el Museo del Pueblo Salasaca, que toma todos estos aspectos para su creación y exposición. 
El museo está lleno de personajes y símbolos. Los espacios expositivos que se instalan en los pisos más altos del edificio muestran deidades y formas de tributos que tiene esta cultura. 
Las  debilidades. Una de esas deidades es Amauta, un personaje importante lleno de sabidurías, dotado de una mente muy avanzada. 
Los amautas son celebridades propias de la cultura de los incas. Eran seres humanos que nacían cada 50, 60, 80 o 150 años en distintos lugares del Tanhuantinsuyo.
La misión de estos seres iluminados de sabiduría era sencilla pero profunda. 
En los tiempos del imperio incaico estos seres tenían que nacer, esos nacimientos los predecía el gran yachac, sabio, un shamán. 
Él sabía dónde nacería un amauta; y los incas acudían al sitio donde se daba ese alumbramiento, porque el nuevo ser era adorado por ellos y luego llevado a los yachay huasi, un lugar sagrado, donde le daban instrucciones y le enseñaban muchas cosas.
El amauta de los Salasaca viste como ellos: poncho negro, una banda sobre los hombros. 
Tiene el rostro pintado con rayas simbólicas verdes, rojas y cafés. Cuatro imágenes de esta deidad están en los cuatro lados que tiene el grueso pilar del museo.
Músicos y mamacunas rodean al amauta. Entre los instrumentistas está el hombre de la chirimía, al que los miembros de la comunidad conocen más como el ejecutor de los pifanos o pijuanos. Este alargado instrumento, hecho generalmente en Salasaca con los huesos de los cóndores, es importante en cada celebración, ritualidad o festividad. Entre esas festividades está el Pawcar Raymi o la fiesta del equinoccio de marzo, el cambio de estación, el inicio de un año nuevo, época que se caracteriza por la abundancia, fiesta donde el hombre o cari lleva el cántaro lleno de cariucho o colada de maíz en su espalda; y la mama o huarmi carga -igualmente en la espalda- un canasto con mucha comida, especialmente cuy, conejo, pato, mote y pan.
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