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La política, el político y la ley
La política, el político y la ley
Por: Solón Pinoargote Sánchez

Jueves 08 Diciembre 2016 | 04:00

Siendo la política el arte de gobernar procurando la expedición de leyes en favor de las mayorías, y promoviendo el bien público desde cualquier estamento del sector a efecto de remediar las necesidades de un pueblo, traducido al ciudadano se precisa, obviamente, que el político esté lo suficientemente preparado para asumir tan elevada como delicada responsabilidad, cuyo ejercicio y resultado no son endosables ni imputables a alguien en particular que no sea él.

Como Ecuador se encuentra al borde de un proceso electoral, donde la ciudadanía tendrá la oportunidad de elegir a los nuevos mandatarios, es necesario que el común de los votantes conozca, en primer lugar, la tendencia ideológica del candidato y luego sus antecedentes, utilizando para ello la intuición especulativa a través del materialismo empírico con el conocimiento total del candidato, que concluya con su bondad en el mandato que se le confiere, apegándose de modo irrestricto al marco jurídico preestablecido en nuestro ordenamiento legal.
Heráclito, afamado filósofo griego nacido en la ciudad de Efeso (540-480 a. C.), utilizó siempre la intuición especulativa a través del materialismo empírico cada que era compelido para calcados casos, toda vez que este empleaba el método cognoscitivo, con el que posteriormente concluía que la existencia de todo se nutre con las leyes hechas por el hombre.
A propósito de lo expresado, puede observarse, muy definidamente, que de entre los actuales candidatos a las diferentes dignidades, algunos están faltos de conocimiento de lo que es el Derecho Público, de aquel Derecho que no está fundado en la opinión arbitraria, desconociéndose que este ámbito del derecho es lo justo y natural, inmutable,  necesario y producto de la voluntad del hombre, sin que media fuerza o coacción alguna. Quiero estar equivocado en mi apreciación.
La política es una doctrina que, como queda dicho, es el arte de saber gobernar; el político, en cambio, es la persona que se supone cuenta con la suficiente versación en actividades de gobierno y negocios del Estado, aspirando, además, a regir los asuntos públicos. Y la Ley que constituye la regla, la norma aprobada por la Asamblea Nacional y ejecutada por el presidente de la República, que ordena su publicación en el Registro Oficial. 
En el caso concreto del político, para que éste se sienta idóneo debe contar con determinados parámetros de exigencias, como por ejemplo ser honesto, conocer el país y sus necesidades; ser ecuánime, tolerante, no haberse visto envuelto en algún hecho dañino o delictuoso contra el Estado o contra la ciudadanía, ni tener situaciones pecaminosas que empañen su buen nombre; cumplir y hacer cumplir la Constitución y la Ley que garanticen la paz y el desarrollo de nuestro país.    
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