Aunque no tiene estadísticas de esos conatos, sí indica que son bastantes, pese a que en algunos casos cuando arriban al lugar de la emergencia, ya la situación está controlada. En otros, ellos terminan de apagar el fuego.

González señala que ante esta situación se debería capacitar a los comerciantes de las bahías de la calle Alajuela, en el centro de Portoviejo y a los de la parroquia Picoazá, ya que, indica, allí hay mucha concentración de instalaciones, muchas de ellas sin utilizar técnicas, por lo que pueden presentarse problemas.

Todos esos locales deberían tener un extintor para las emergencias, señala.

En las casas. Jorge Arteaga, experto eléctrico y director de la Fundación para la Prevención de Incendios Producidos por Electricidad (Funpipe), indica que diciembre es 

un mes de recarga eléctrica. 

Explica que muchas familias colocan más luces navideñas y otros adornos eléctricos sin tomar precauciones. Dice que para ello hacen uso de las regletas, en las que caben hasta 6 enchufes. 

Indica que no está técnicamente comprobado que las regletas puedan resistir tantas conexiones.

Explica que pueden conducir hasta 1.200 voltios, pero un juego de luces tiene entre 300 y 500 voltios, y en la mayoría de ocasiones las familias instalan hasta tres juegos, además hay quienes conectan en la regleta secadoras de cabello, cargador de celular o el televisor. 

Cuando pasa la cantidad recomendada, entonces el aislante se derrite y deja expuesto el cobre y llegan los cortocircuitos. 

Dice que muchas veces al estar cerca algo inflamable como plástico o un colchón, éste se enciende.

Menciona que no todos los casos terminan en incendio porque las personas que están en casa se dan cuenta y lo apagan; sin embargo, indica, cuando no hay nadie en la vivienda se completa la desgracia.

Arteaga manifiesta que lo mejor es no sobrecargar los circuitos, para lo cual es necesario hacer una buena distribución eléctrica instalando los breakers necesarios para darle independencia a cada artefacto que se conecta en casa.

Costos. Mencionó que debido a la falta de cultura de prevención, para muchas personas es costoso contratar a un técnico que haga bien este trabajo y prefieren hacerlo ellos mismos o buscar a un empírico. 

Ante eso, señala, en la fundación Funpipe con el apoyo de estudiantes de institutos pueden exonerar el 50 por ciento del costo de una instalación y así cada punto o circuito instalado cuesta cerca de 4 dólares.