Los resultados llegan hasta la tragedia por las víctimas mortales suscitadas.

Así, hombres, mujeres y hasta niños han perecido por acción de los violentos choques, arrollamientos o vuelcos como producto de la velocidad, impericia y desobediencia a las leyes de tránsito, dentro y fuera de las urbes.

Si bien es cierto que no siempre los sucesos se deben a la irresponsabilidad de los motociclistas, es notoria la ligereza con que estos pequeños vehículos son conducidos por calles y carreteras.

Muchos sin tomar las precauciones del caso y sin vestir accesorios de protección personal, como es el obligatorio casco.

Adicional, el liviano transporte es exigido mucho cuando su capacidad para dos personas es duplicada, creando una serie de riesgos que empujan a lo mortal al ocasionarse los accidentes.

Como es público y notorio, se traslada hasta una familia entera sobre la moto, especialmente en nuestras poblaciones manabitas.

Es menester, entonces, que los controles policiales sean más frecuentes para que los percances bajen de intensidad, con reducción de la estadística de muertos y heridos en la provincia.