El coronel William Carrera, jefe de Operaciones, indicó que la obligación de la entidad es garantizar la seguridad, pero si los ciudadanos impiden algún operativo los agentes tienen la potestad de hacer el uso progresivo de la fuerza, tratando de evitar las confrontaciones.

Y si en aquellos tumultos resultan heridos los policías o cualquier persona, atrapan a los agresores para procesarlos en la Fiscalía por el delito de lesiones o ataque, cuya sanción va desde dos meses hasta tres años de prisión, señaló.  

Este año tres personas fueron detenidas por estas agresiones y sancionadas a tres meses de prisión, dijo el oficial. 

Carrera sostuvo que cuando el operativo se torna violento tratan de dialogar con las personas para llegar a un acuerdo, pero si existen agresiones o desmanes pueden usar el arma de fuego como último recurso. 

El arma. Otro de los problemas que la Policía ha detectado son los enfrentamientos entre las barras de equipos deportivos, donde también han resultado agredidos los uniformados.

Juan Carlos Tello, instructor de Derechos Humanos y especialista en Uso de la Fuerza de la Policía de Manta, manifestó que la prioridad de los agentes es ser pacíficos antes que usar las armas. “El arma se utiliza como último recurso, siempre que haya la necesidad y legalidad, como por ejemplo un asalto a mano armada donde la víctima esté en peligro, pero aquel peligro debe ser actual, real e inminente, y no imaginativo”, agregó. 

El oficial sostuvo que los agentes tienen la potestad de evaluar el nivel de agresividad dentro de un hecho violento, porque un lápiz o una navaja se pueden convertir en un arma letal.

Tello manifestó que en una persecución no se recomienda usar el arma de fuego, porque se pone en riesgo la vida de las demás personas que se encuentran en la calle. Aquello lo establece el Código de conducta y principios básicos del uso progresivo de la fuerza, dijo.