En esta ocasión, dijo, la caminata fue diferente, ya que el paisaje ha cambiado considerablemente desde el terremoto del 16 de abril. “Estoy sorprendido, la ciudad está cambiada y desolada, el centro de la ciudad tiene pocas manifestaciones de vida”, precisó.

Montenegro, oriundo de la parroquia Honorato Vásquez de Santa Ana, dijo que en otros tiempos solía guiarse por los edificios para saber dónde estaba. Puso como ejemplo la sede del Cuerpo de Bomberos, que era un indicativo para saber que estaba a pocas cuadras del Centro Comercial Municipal. 

Dicho edificio ya no se encuentra, al igual que muchos otros que debieron ser demolidos por presentar afectaciones en sus estructuras.

Nostalgia. Jofre Macías, quien no ha dejado su puesto de elaboración de sellos de caucho en la calle Córdova y Ricaurte, manifestó que por estos días es común ver a las personas despistadas, mirando de un lado para otro sin saber adónde ir. 

“Me ha tocado acercarme a ellos para guiarlos; hay quienes piensan que con la reapertura de calles también va la presencia de comerciantes y no es así”, expresó.

Macías indicó que estar en el lugar le ha significado ser un orientador para las personas que buscan los comercios que se encontraban en el sector. 

Es que ya no es posible guiarse por el edificio tal, la esquina de, la farmacia X, el bar de la esquina...

“A uno le da sentimiento y nostalgia encontrarse con solares vacíos. A mi manera les digo que saldremos adelante”, recalcó.

Mientras que el universitario Alex Cedeño dijo que prefiere no pasar por la zona cero, ya que cuando lo hace se pone triste pues le resulta dificil asimilar que el corazón de Portoviejo se encuentre siendo intervenido, como en una gran cirugía, con maquinaria que derriba edificios y retira escombros.