A las denuncias ya presentadas a días seguidos de la gran catástrofe, por el desvalijamiento de casas ubicadas en la denominada “zona cero”, se unen ahora otras
que demandan una presencia policial más acentuada en el mismo sector, con el agravante de que a medida que van abriendo calles al paso vehicular, los lugares quedan sin elementos policiales ni militares de control.
Últimamente se han cometido robos en almacenes, comedores, oficinas privadas, como ha sido públicamente informado, y en otros locales cuyos propietarios aún no denuncian porque están escépticos a lograr resultados positivos.
Y es aquí donde debe existir la preocupación de funcionarios y autoridades civiles y policiales, para en coordinación de esfuerzos implantar estrategias de vigilancia que impidan o disuadan la acción delincuencial.
La municipalidad tiene que esmerarse porque la ciudad no esté en manos de ladrones; la Policía que esté dispuesta a seguir cumpliendo con eficiencia y los habitantes por tomar medidas de autoprotección.
Y aquella conjunción de voluntades es la que hay que implantar para crear el ambiente de seguridad.