Es importante aquel compromiso que debemos cumplir como verdaderos anfitriones en cada lugar y espacio, para elevar y sentirnos orgullosos desde nuestros pequeños territorios rurales, ciudades, provincias, cada región y por ende de toda nuestra patria, su diversidad cultural y tradiciones.

Esta fue una grandiosa oportunidad como embajadora de mi país ante un evento galante el pasado febrero en la ciudad de Bogotá, Colombia, haber elevado orgullosamente la bandera de mi Ecuador ante otras representaciones de América, al destacar a un destino emblemático para nuestra nación y el mundo como es Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad.

Reitero mis agradecimientos a la organización Reina de Las Américas, al haberme elegido Sra. Reina Turismo de Las Américas 2016, y a mis compañeras de Costa Rica, Venezuela, Colombia, Uruguay, Puerto Rico y Panamá, por tan bello compartir en este encuentro, en el que se demostró los atributos de la mujer en sus diversas categorías, y se puso de manifiesto esa hermandad de nuestra América unida.

Agradezco la experiencia de servicio durante un año como Directora del Departamento de Turismo del Municipio de la isla Isabela (Galápagos), que me sirvió para conocer y reconocer el esfuerzo del emprendimiento local, de aquellos que lucharon desde su inicios para potenciar un destino natural desde sus propias inversiones, creándose un efecto multiplicador por quienes han visitado esta paradisíaca isla y la recomiendan como ideal para estar en contacto con la divina naturaleza.

Aunque esa llave de esperanza al emprendimiento resulta compleja para quienes deben enfrentar una cantidad de trámites aislados, pagos de impuestos y una serie de reglas, que lejos de estimular al sector los motiva a una lucha por sobrevivir y enrumbarse hacia esta alternativa económica en la que en la práctica muchos se van puliendo.

Las políticas de promoción y potencialización del turismo deben ser de accesibilidad, incluyente y sin excepción, brindando bienestar, emprendimiento, capacitación; y que se reafirme el compromiso de cuidar y proteger nuestros recursos naturales para las actuales y futuras generaciones.

Celebremos la gloria que nos ofrece nuestro majestuoso planeta, la dicha de vivir, respirar, observar y permitirnos reconciliarnos con ese amor universal de hermandad para construir una mejor sociedad, mostrándonos como los mejores anfitriones del mundo y el liderazgo que deben tener nuestros gobernantes para garantizar seguridad, estabilidad e incentivos a la productividad.