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Manabí se levanta
Manabí se levanta
Por: Johnny Medranda Mera

Viernes 23 Septiembre 2016 | 04:00

La actual situación precaria de nuestro puerto manabita me retoma tres mil años atrás. Israel unificada y convertida en una nación bajo el mando del joven guerrero Rey David, queda en manos de su hijo, el sabio Rey Salomón. Durante estos dos reinados hubo paz, un norte, justicia, progreso y poder y más que todo unidad.

Sin embargo, ese ciclo se acabó por malas gestiones fiscales del Rey Salomón con su pueblo. 
Luego su hijo Roboam queda como Rey de Israel y es aquí donde se pierde la gran nación. 
Roboam, sin el beneficio del consejo sabio que tuvo su padre Salomón, manejó Israel con arrogancia, prepotencia y sin consideración al bien común de su pueblo. Esto conllevó a levantamientos y a la división de Israel en dos partes débiles: Judá e Israel. 
Israel fue invadido y destruido por los sirios dejando a Judá sola. 
Como cereza sobre el pastel, luego viene Babilonia e invade Judá e Israel con sirios y todo. 
Aquí se acaba Israel otra vez como nación por un largo tiempo hasta que Nehemías, un joven judío ordinario, pero de carácter, israelita en exilio, regresa a la tierra sagrada y la reconstruye desde sus cimientos en cenizas. Este joven ordinario tenía pasión por su pueblo, carácter para tomar decisiones audaces, pero calculadas; sabía que su llamado iba más allá de sí mismo. 
Manabí, antes de la bonanza pesquera fue un pueblo unido, pujante y progresista; concretó uno de sus más grandes objetivos a través de indiscutibles líderes de ese entonces: el puerto de Manta.
Este puerto sería la herramienta que tomaría a Manabí a otro nivel, a una superioridad industrial y comercial. Un puerto atrae la industria, al comercio, por ende al progreso y empleo. 
Pero eso ya es historia y el destino de Manabí pasó a ser gestionado por líderes que solo miran su interés económico y partidista, más no el del pueblo. Prostituyó a Manabí. 
En la actualidad es un pueblo dividido, donde por falta de líderes con carácter, genuino interés por su pueblo y pasión para que este tenga mejores días; se esclavizó a decisiones que vienen desde Guayaquil y Quito. Esas son nuestra Siria y Babilonia, pero en un círculo vicioso de nunca acabar, luego de cada elección cada 4 años. 
Es indiscutible que el liderazgo actual de nuestra provincia nos ha llevado a un declive constante, mientras otras provincias progresan y concretan sus objetivos. 
Manabí requiere de nuevos Nehemías en cada cantón; requiere de una casta nueva de líderes jóvenes, con una visión de reconstruir la provincia desde sus bases. 
Ojalá que el puerto de Manta sea el primer objetivo sabiamente concretado, ya sea a través del actual proceso de concesión o de uno nuevo, si ese es el sentir de manabitas conocedores de tal materia.
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