Resulta que ahora les “interesa” la patria porque -según ellos- como nunca está mal administrada y durante el gobierno de la Revolución Ciudadana no han visto una obra tangible que merezca mencionar; y la pobreza, la desnutrición, el hambre y la delincuencia han llegado a límites jamás vistos. Esto, desde luego, sobredimensionada por cierta prensa y el establishment Internacional.

Ante esta premisa y con el odio a flor de piel hacia el primer mandatario, Rafael Correa, han decidido -un sector, no todos, ya que Guillermo Lasso no declina su candidatura para Presidente- formar el grupo Unidad, donde creen posible mezclar el agua y aceite, “superando” ideologías históricamente opuestas, “reconciliaciones” personales y pactos públicos que huelen a melodrama, pero guardando cada cual su as en la manga para el momento de la partida en la mesa.

El odio los junta, pero no los une sus parcelas políticas, porque cada uno tiene particulares intereses y sus visiones son fragmentos mezquinos de un todo que se llama Ecuador, cuya mayoría poblacional sí se ha sentido incluida en el proyecto que, con mucho acierto, ha liderado el presidente Correa.

La convergencia de un sentimiento negativo (el odio) jamás perdura cuando cesa la causa que la juntó y la divergencia es inmediata cuando sale a flote la verdadera esencia que la separa.

A revisar la historia de las últimas décadas ciudadanos, y no creer en cantos de sirenas.