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Redistribución de la riqueza
Redistribución de la riqueza
Por: Johnny Medranda Mera

Viernes 05 Agosto 2016 | 04:00

Hacer lo correcto, por regla general, aunque algunas veces inconveniente, siempre será la única alternativa a soluciones eficaces y permanentes.

Hacer lo justo es como poner constantemente una curita sobre una herida con infección. Con esta perspectiva, forzar la redistribución de la riqueza por un tercero, el Estado, e incentivar el emprendimiento al mismo tiempo en una sociedad libre, son acciones totalmente contradictorias. En una sociedad libre tenemos que competir por nuestro sustento diario y hasta supervivencia con la tienda o multinacional de la esquina o el país de alado. Para competir necesitamos estar motivados sabiendo que el fruto de nuestro trabajo e ingeniada no será quitado para dárselo incorrectamente a otro a través de mayores impuestos, restricciones, limitaciones entre tantas otras formas de despojo.

Sin consideraciones, lo justo sería quitarle al que tiene más para darle al que tiene menos. Lo correcto; sin embargo, sería incentivar al que tiene más para que produzca más y cree la máxima cantidad de empleos para que aquellos que tienen menos trabajen más y no dependan del Estado.
Un gobierno no se puede convertir en el administrador de un zoológico donde se trate al ciudadano como especies animales y se le limite al espacio donde viva, la cantidad de comida que puede consumir o la cantidad de veces que pueda procrear crías, etcétera. Dios le dio al hombre la potestad sobre el mundo y todo lo que hay en ello de manera ilimitada, pero con responsabilidad; sin ello, el hombre no hubiese llegado a la Luna, no se hubiese inventado el teléfono, la insulina, el cine, las vacunas y tantos otros descubrimientos que solo son posibles cuando hay pasión e incentivos de saber que el fruto de ello lo podrás disfrutar plenamente y disponer de ello como mejor plazca. Si fuimos capaces de crearlo, seremos capaces de administrarlo. Eso nos incentiva a invertir más, trabajar más, buscar mejores trabajos o alianzas. 
Ahora la otra cara de la moneda. Si se hace lo correcto, entonces de seguro que los únicos impuestos viables, en cualquier modelo político de un Estado, serían solo aquellos que sirven para construir carreteras, eléctricas, hospitales y todos los otros elementos básicos de infraestructura que una sociedad requiere para su desarrollo sustentable. 
Hay que reconocer plenamente lo que nuestro gobierno ha hecho por Ecuador, gracias a nuestro petróleo e impuestos, en materia de infraestructura, educación, investigación y otras cosas imprescindibles para el desarrollo de nuestra sociedad. Se ha pavimentado el camino. Solo en tiempos de crisis nos damos cuenta que lo justo no necesariamente era lo correcto y que la redistribución de riquezas fue más bien una redistribución de pobreza. 
 
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