El sismo no dio tiempo a nada. Las columnas del local comercial cedieron en pocos segundos y la losa cayó, aplastando a casi todos los miembros de la familia.  

“Muchas personas ingresaron, pero a saquear”, dice ahora entre lágrimas Oker, padre de Cecibel.

Dentro del local quedaron los esposos junto a Gary, de 5 años, y Estéfano, de 10. 

Cecibel protegió a Gary con su cuerpo. El infante quedó aplastado, pero su madre recibió el peso del concreto. 

Ella y Fabricio fallecieron, mientras que los dos niños resultaron con graves afectaciones en sus manos, según manifestaron sus familiares.

Ambos, por la complejidad de los golpes y heridas, fueron llevados a Quito y permanecieron hasta el viernes pasado en el hospital Baca Ortiz, donde los médicos intentaron curar sus manos, pero el éxito no fue total. 

Debido a los golpes y daños en músculos y huesos, los niños no tienen fuerza en sus extremidades superiores y desde ayer realizan terapia en el hospital Verdi Cevallos Balda de Portoviejo.

Duro. El padre de Cecibel está muy triste. Hay ocasiones en que no puede contener las lágrimas al señalar que Cecibel también era madre de una niña de dos años, la cual por suerte esa tarde no los acompañaba. 

Señala que de un momento a otro los niños se quedaron sin sus padres. Además ahora los hermanitos están separados, pues la niña pasa con la exesposa de Oker y “Gary la extraña”, menciona.

Destacó que los otros tres hijos de su yerno están con la mamá y también siguen con terapia física y psicológica, pues se afectaron emocionalmente con lo que les tocó vivir aquel 16 de abril.

Destaca que el Estado les ha brindado ayuda en esta emergencia. 

Dice que espera que los chicos mejoren mientras él se prepara para convertirse en el padre de estos infantes que se quedaron sin los suyos en cuestión de segundos.