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42 niños murieron en el terremoto del 16A

Llegó un momento en que sintió que sus recuerdos eran como golpes envueltos en un trapo: ahogados, sin eco.

Domingo 31 Julio 2016 | 09:30

Había tratado de reprimirlos, pero de un instante a otro la imaginó llegando a  casa para la cena de Navidad. 
En el subconsciente, la vio entrar con sus tres hijos, diciendo “mami ¿qué vamos a cenar este 24?” y entonces lloró. 
En momentos como ese Luz Merida Álvarez se da cuenta de que la situación es más difícil de lo que pensaba y llega a la conclusión de que ya  nada es igual.
Es más, ha decidido que este año no tendrá fiesta de Navidad y dormirá antes de la medianoche. “¿Qué vamos a celebrar señor, qué?”, pregunta. 
Han pasado un poco más de 100 días desde que su hija y nietos fallecieron en el terremoto. 
Ese 16 de abril Olga Acebo estaba con sus tres hijos comprando útiles escolares en el centro comercial Felipe Navarrete.
“Los niños siempre andaban con ella. Los llevaba a todos lados. Si había una fiesta iba con ellos; a la playa, a la iglesia, a una reunión, a todos lados los llevaba”, expresa Luz.
Adriana Acebo dice que siempre le hablaba de aquello a su hermana. Frecuentemente  le decía “Ñaña, no cargues  a todos tus hijos, deja algunos en la casa, pero no, ella los amaba demasiado, y le gustaba tenerlos a su lado”, indica.
Cuando los cuerpos fueron hallados por los rescatistas, todos estaban juntos. 
Ese día, de ese lugar sacaron 95 cadáveres. Los padres habían acudido con sus hijos a comprar útiles escolares y esa es la razón por la que fallecieron familias enteras. 
Al menos 42 niños. Pero los nietos de Luz no fueron los únicos que fallecieron. 
Durante el sismo  al menos 42 menores de edad de hasta 17 años perdieron la vida en Manta. 
Isabel Figueroa atendió a los padres de algunos de esos niños en las brigadas  que hacían en barrios y refugios. 
Ella es psicóloga y trabaja en el Patronato Municipal. Durante estos tres meses ha escuchado historias que la estremecen y al otro lado de su escritorio se ha sentado gente con la vida hecha pedazos. “He recibido a los padres de algunas chicas que trabajaban en el Felipe Navarrete y hay un sentimiento de culpa en ellos. Se preguntan por qué la dejé ir a ese lugar, por qué le permití que trabajara. Es que había jóvenes que apenas tenían uno o dos días contratadas”, indica.
Es verdad, agrega Isabel, Han pasado más de 100 días, pero emocionalmente los familiares de las víctimas siguen muy afectados, señala. 
Lo que la psicóloga  ha notado durante este tiempo es que hay mucho dolor, pero los padres se han puesto como meta seguir. Una de la razones es que tienen nietos y están al cuidado de ellos. 
“La mayoría de los padres de esos niños trabajaban en el Felipe Navarrete. Como especialista puedo decir que lo que pasó allí fue catastrófico. En ese lugar se desarmaron decenas de familias, fue muy caótico, Imagínese cómo están los padres ahora. Porque si   se salvó la madre, murió el hijo o viceversa. Cuántas chicas que tenían un hijo o un esposo murieron allí”, expresa.
Mery Chong, subdirectora del Patronato Municipal, manifestó que luego del terremoto hay 42 huérfanos en Manta. 
“Tenemos niños con diferentes casos, unos que se quedaron sin padre y madre y están a cargo de tíos y abuelos, otros perdieron a papá o mamá”, indica. 
La funcionaria manifestó que están identificando las destrezas de estos menores para ubicarlos en diferentes cursos como danza, computación o deportes. 
A los adolescentes de entre 15 y 17 años los capacitan en diferentes áreas para que inicien un emprendimiento.  
Gloria se quedó con sus sobrinos. Gloria Vélez no se ha ido del lugar donde murieron su hermano y cuñada. Armó una carpa frente a los terrenos de la casa. 
Allí permanece con los tres hijos que tenía la pareja. Son dos adolescentes mujeres de 13 y 15 años y un varón de 17 años. Desde el 16 de abril ellos son huérfanos. 
Quedaron a cargo de Gloria, quien asegura que por estos días la ayuda ha disminuido y se  ha vuelto complicado mantener a sus tres sobrinos, dos de ellos con discapacidad.  
Gloria vive en el barrio El Mirador. En un mismo espacio habitan ella, su hijo que también tiene discapacidad, y los huérfanos.         
“Decidí quedarme con ellos por la cercanía que había. Yo vivía en el mismo barrio y siempre llegaban a mi casa, ¿cómo los iba a dejar por allí  a la buena de Dios?”, expresa. 
Gloria cuenta que su casa también se destruyó en el terremoto. Lo mismo pasó con la vivienda de su hermano. La diferencia está en que él no alcanzó a salir  ni su esposa tampoco. Los chicos también se encontraban allí, pero fueron retirados por los vecinos. 
“Hay momentos en que me preguntan por sus padres o les preguntan a otras personas y no sé qué responder”, indica. 
En el terremoto murieron 210 personas en Manta. 
De estas, 28 son adultos mayores, 42 niños y 140 adultos de hasta 50 años de edad, según las listas que entregaron las autoridades.  
En la lista hay al menos 20 familias en las que fallecieron   de tres a cuatro integrantes.
La mayoría de los muertos  vivían en Manta, pero su lugar de nacimiento era Santa Ana,  Calceta, Esmeraldas, Portoviejo, Chone, Santo Domingo o Rocafuerte. 
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