Eduardo Jarrín y Freddy Villavicencio, por ejemplo, desde junio pasado recorrieron las zonas elevadas de Portoviejo para asegurar el mejor ángulo, y registrarlo en vivo y en directo. No querían que se lo contaran, sintieron la necesidad de verlo para llegado el momento manifestárselo a sus nietos.

Nostalgia. Permanecieron en silencio y haciendo sentar a los que llegaron después para apreciar el suceso. A las 13h00 sonó algo parecido a un trueno, y en el horizonte de Portoviejo se elevó una nube de polvo que poco a poco se disipó.

Olivia García llegó con binoculares. Tragó grueso al escuchar el estruendo de los explosivos. Dijo estar triste y de pronto sus ojos se humedecieron. 

En la multitud que arribó al lugar su euforia dio paso a la melancolía, mientras en el horizonte se apreciaba un paisaje nuevo con la desaparición de uno de los edificios referentes de la capital manabita.

En el mirador del Progreso la historia no varió. Carlos Durán recordó los días en que acudía a la empresa de agua potable para cancelar por el servicio.

“Son momentos lindos que se quedaron grabados en mi mente”, precisó.

“Espero que sea el inicio de un futuro prometedor y que Portoviejo se levante con el apoyo de todos”, dijo Durán.