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Nostálgicos por el Centro Comercial Municipal de Portoviejo

Charrys Amén recuerda que era muy joven cuando ayudaba a su padre Alfredo Amén “El Chinito” en su negocio del Centro Comercial Municipal.

Miércoles 27 Julio 2016 | 04:00

Era un edificio nuevo, imponente, hermoso. Charrys tenía la labor de poner galletas La Universal en funditas personales, lo mismo que las mentas y los caramelos. El negocio, bautizado como La Gallada del Chinito en honor a los amigos de don Alfredo, cada vez fue creciendo más, hasta convertirse en uno de los más visitados del sector. Así fue hasta el 16 de abril del 2016, cuando el terremoto afectó la estructura del Centro Comercial Municipal.

Mañana. El edificio ícono de Portoviejo será derribado mañana a las 15h00, mediante la técnica de la implosión. 
Por este motivo desde hace una semana muchas personas han reaccionado ante la noticia y expresan lo que sienten.  En redes sociales están los comentarios más expresivos, allí jóvenes y adultos exponen la nostalgia que les da no ver al afamado local y no faltan las historias de quienes señalan que desde niños visitaban el Centro Comercial Municipal por diversas causas, pues allí llegaron a funcionar hasta 200 oficinas. 
La periodista Kenisse Macías, por ejemplo, en su cuenta de Facebook dedicó unas palabras al local. 
“Por años, cuando mi padre era presidente de la Junta de Artesanos de Manabí, subía las escaleras de ese edificio y corría a su oficina de sorpresa a media mañana o a media tarde sólo para darle un beso y decirle que lo quería. Hoy mi papá no está (falleció) y en unos días el edificio tampoco”, contó.
Yamel Safady, dueño del almacén de telas la Nueva Casa,  recuerda que fue uno de los primeros que alquiló un espacio en el nuevo edificio. 
En ese tiempo lo ocupaba como bodega del local que estaba al frente, pero en 1999 lo convirtió definitivamente en almacén. “Nos iba muy bien, contábamos con la buena respuesta de la ciudadanía”, señala Don Yamel, quien agrega que existía una especie de fraternidad entre los demás arrendatarios, y rememora a Leonel Cedeño, exalcalde de Portoviejo, “El mayor” Suástegui y su local de cortinas, Abel Andrade y otros más... la nostalgia lo embarga y hace una pausa.
Su importancia. Ramiro Molina, historiador de Portoviejo, señala que el Centro Comercial Municipal era un ícono de la capital manabita. Indicó que su construcción marcó un antes y un después en la ciudad, ya que arquitectónicamente se trataba del edificio más grande y sobre todo que venía con ascensor. Recuerda que niños, jóvenes y hasta adultos llegaban al Centro Comercial sólo por el gusto de comprobar cómo se sentía subir y bajar en el novedoso aparato. 
Menciona que la fascinación por pasear en el elevador era tal, que muchas veces lo descomponían, por lo que el municipio se vio en la obligación de contratar a un guardia para evitar el abuso y deterioro. 
Además señala que era una fiesta llegar allí, ya que habían locales especiales como el bingo bar, donde la gente ganaba premios y compartía comidas y bebidas. 
Los consultados señalaron que la aspiración de ellos es que luego de que se derrumbe lo que queda del Centro Comercial Municipal se construya algo similar para que allí siga fluyendo el comercio

 

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