Los sucesos sísmicos, la destrucción de las ciudades impactadas y el testimonio de los actuales momentos que vivimos los manabitas y ecuatorianos, son situaciones muy duras, no solo por la crisis social, familiar y productiva que originó el terremoto del 16 de abril de 2016. Esto significa un año muy duro para nuestra economía por la baja de la bonanza petrolera y todo el aparato productivo del país; sin embargo la vida continúa. “El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad”, dijo Albert Einstein, físico- matemático alemán.
Si logramos sobrevivir en la madre tierra que nos puso a temblar, debemos estar agradecidos y no importa cuántas lágrimas se nos escapan; ya que así nuestros corazones tendrán alivio y renovarán nuestra fortaleza y sacaremos conclusiones de lo insignificante de nuestra existencia ante el poder de la naturaleza. Hoy los seres humanos caminamos sobre escombros y con nuestro espíritu luchador nos levantaremos como el ave fénix, pidiendo a Dios que nos proteja.
En la reconstrucción se deben utilizar espacios urbanos que mantengan un equilibrio social, económico, ambiental y humano, con la nueva tecnología en la construcción de edificios verticales cimentados con técnicas sismorresistentes; y retribuir a la ciudad que nos da cabida, con la provisión de parques y escenarios de encuentros, como tiene Ciudad Alfaro en Montecristi, con la excepción que aún no se conecta el barrio San José con Centro Cívico Ciudad Alfaro, porque no cuenta con una vía asfaltada acorde con la técnica actual. Sugiero el tema a las autoridades competentes para acreditar la convivencia sostenible; tenemos que valorizar el principio de solidaridad.
En la capital manabita, Portoviejo, hay que recuperar el centro destruido por los sismos que cambiaron la imagen de la ciudad de Francisco Pacheco, su fundador. La reconstrucción deben hacerla en tres o cinco años; y con empresas ecuatorianas contratar las obras en las zonas afectadas, con el objetivo de construir el nuevo Manabí, como potencia cultural. Si no mantenemos la solidaridad y la esperanza, ante una desorganización se puede generar la desesperación y la necesidad que creará caos y crisis peores. Los profesionales sabrán conducir para reconstruir nuestras provincias y sus cantones, con el apoyo del Estado, los GAD municipales, provinciales y manos solidarias de otras naciones.
Pensemos en el bien común de la sociedad manabita y ecuatoriana, que sin ella individualmente no existimos. Por eso se requiere la unidad, solo unidos venceremos y nos queda la tarea de levantarnos para recuperarnos. ¿Será delito decir la verdad?
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