Liliana comenta que las personas se sorprenden cuando la ven arreglar una bicicleta, porque para algunos no es habitual que una mujer se dedique a esta labor.
Ella explica que esta profesión la aprendió de su esposo Jackson Loor, con quien tiene dos hijos (una niña de nueve años y un niño de cuatro).
Habilidad. Mientras relata su historia en el mundo de la mecánica, hace uso de sus manos como herramienta principal para empezar a revisar una bicicleta y determinar el daño; comienza con las llantas y luego con el timón, hasta establecer el problema.
Macías indica que el precio por arreglar una bicicleta varía, ya que si se engrasan las llantas, el trinche y se enderezan los aros se cobra unos siete dólares, pero si el daño es mínimo como cambiar un parche o una llanta, el precio sería entre 75 centavos o un dólar.
“Cuando trabajo con mi esposo, por engrasar una bicicleta nos hacemos una hora, pero cuando lo hago sola me llevo casi dos horas”, comentó Liliana.
A ella, esta profesión le gusta, ya que desde pequeña recuerda que se ponía a arreglar todo lo que encontraba a su paso. Aspira seguir trabajando y que uno de sus hijos siga sus pasos.
Además de ser mecánica y ama de casa, Liliana es presidenta de la comunidad Balsa Tumbada, catequista y jugadora de índor.