Juana Guacho Pilco manifestó que comenzó a vender jugos de naranja en una carreta, y con el pasar de los años cambió a la venta de ropa, mochilas, materiales plásticos del hogar, ollas de aluminio, y una gama surtida de implementos personales y del hogar.

Comentó que producto del esfuerzo de su trabajo y de su familia que la acompañó, logró construir el hotel La Elegancia, de cuatro pisos, ubicado frente al parque de Pedernales, a unos pocos metros del municipio, ya que su visión de crecimiento y el resultado del amor que propinó a su labor le permitieron hacerlo en poco tiempo.

Con lágrimas, relató que la noche del terremoto del 16 de abril todo por lo que había luchado durante años se fue abajo, y junto a ello su más grande tesoro, que es su pequeña hija Gisley Jreth Betún Guacho, de cinco años, quien se encontraba en el segundo piso del extinto hotel.

Sin embargo, mencionó que ciudadanos de Pelileo que no fueron afectados por el terremoto llegaron luego a Pedernales a hacer ventas y decidió afrontar a la competencia, es por eso que a los 15 días del terremoto junto a sus otras dos hijas comenzó a trabajar nuevamente.

“Los mayoristas de allá que no fueron afectados vinieron a llevarse la plata, y a nosotros que perdimos mercaderías y que fuimos saqueados nos han tratado de hacer a un lado. Unas 100 familias de Riobamba que estamos en Pedernales hemos decidido seguir aquí”, explicó. 

“Juanita”, como le dicen de cariño a esta comerciante, asegura que es una ciudadana más de Pedernales y que a pesar de los ofrecimientos de sus familiares y el alcalde de su tierra natal para que regrese, menciona que sólo Dios se la podrá llevar de Manabí.

“Sé que con el poder del Creador saldremos adelante. Así como a Job que Dios le quitó todo, asimismo me quitó a mi un carro, mercadería, hotel, y lo más valioso mi niña, sin embargo confío en él y sé que no me va a desamparar y me dará el doble de lo que tenía, y a diario pido que proteja a mis otras dos hijas”, señaló “Juanita”. En la actualidad ella junto a sus dos hijas vende su mercadería en una carpa ubicada donde estaba su hotel. Afirma que ama Pedernales y que además prometió sobre la tumba de su niña que no la va a abandonar, es por eso que indica que el único que se la llevará será su amado Dios.