Al descubrir su olvido, el hombre corrió al auto y halló a la pequeña casi desmayada, ante los 33º de temperatura que había soportado. Preso del pánico, Michael puso a su hija en el refrigerador para bajarle la temperatura, antes de llamar al 911. Cuando la Policía y los equipos médicos llegaron al domicilio de Michael, la niña ya estaba muerta.