Ellos cambiaron los escritorios por bancas estudiantiles y dejaron atrás los aires acondicionados para refrescarse al aire libre.
Se trata de los concejales de Portoviejo, quienes se encuentran en la Universidad Técnica de Manabí (UTM).
El Municipio se reubicó en este lugar tras el terremoto; sin embargo, los ediles no disponen de un espacio físico para laborar.
La concejala Bella Lucas manifiesta que se reúnen en diferentes sitios donde haya sombra y un ‘banquito’.
Detalla que a pesar de las adversidades continúan trabajando. “Nos encuentran en las dos jornadas, en las horas laborales establecidas”, comenta.
Según relata la concejal, las personas ya saben dónde encontrarlos.
“Siempre estamos en los banquitos de abajo del edificio donde funciona el Municipio, allí escuchamos las necesidades de la ciudadanía”, informa.
Javier Pincay, también concejal, comenta que no hay excusa para dejar de trabajar.
“Nos eligieron para apoyar un proceso. Siempre estamos prestos a atender los requerimientos de la gente”, aclara.
Menciona que anteriormente la educación era bajo árboles y por ello no se queja de las condiciones en las que trabaja ahora.
“Hay que agradecer que estamos vivos”, dice.
Agrega con jocosidad que entre ediles mantienen un chat interno por WhatsApp para informarse cada día de dónde harán oficina.
REQUERIMIENTOS. Lucas indica que entre los pedidos que llega a realizar la gente, en su mayoría está el que vayan a demoler su vivienda.
“Nos preguntan sobre los incentivos que se han creado para ellos tras el terremoto. No se sabe cuáles son los beneficios que tienen, dicen que muchos no les explican con claridad, por eso se acercan a nosotros”, asevera.
Pincay también aclaró que otros de los pedidos es la falta de oficinas públicas en el sector rural.
“Muchos llegan desde Playa Prieta a decir que solo allá hay 40 casas caídas. Nos solicitan ayuda, ya que el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) no tiene oficinas en ese sector. Tampoco en Calderón”, concluye.