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Melvyn O. Herrera C. | [email protected]
La tolerancia

Jaramijó.- Motivó este cívico aporte la sesuda, sincera, y valiente publicación editorial que el lunes 28 de mayo reciente, hizo en este matutino el muy respetado y estimado periodista, maestro y escritor argentino, Ricardo de la Fuente. Léanlo y de seguro harán lo mismo que yo o algo parecido.

Viernes 08 Junio 2007 | 21:19

Coincido ampliamente con él, y comparto el clamor con el que titula su escrito: ¿Qué le pasa, Presidente?; por lo que trato aquí de encontrar no respuestas sino causas o justificaciones para la interrogante. Pienso que a nuestro Presidente – por el que sufragamos en su favor ya tres veces- lo que le pasa es que se le han olvidado las elementales enseñanzas que, sin duda alguna, le enseñaron sus padres al calor del hogar y las continuaron los hermanos cristianos en las aulas lasallanas, donde permanecí unos años antes que él recibiendo máximas que nunca las podré olvidar, como: “Lo cortes, no quita lo valiente”; las que la maravillosa universidad de la vida amplió con esas asignaturas que se aprenden con dolor y hasta con lágrimas: la ingeniería humana, y la tolerancia. Eso es lo que le pasa a nuestro joven e inteligente, preparado y sincero, dinámico e impetuoso, pero en muchas facetas, realmente inexperto Presidente; definitivamente le hace falta practicar la tolerancia; si lo hiciera un poquito, al menos, no estaría abriendo cada día un frente más de polémica, desgastándose y dividiendo más las opiniones hasta de quienes confiamos en él como el líder que cambiará la sufrida historia de nuestro país. Si recordara un momento, al menos, que por algo la naturaleza nos dio dos oídos y sólo una boca; fue precisamente para escuchar el doble de lo que hablamos. Por ahí comenzaría a volvernos a cautivar con esa candorosa sonrisa de líder boy scout travieso que mostraba en campaña, y donde rebosaba lo que más nos falta en nuestra sociedad: amor y alegría. No podemos olvidar que ya lo debe estar afectando la “soledad del poder”, la misma que se aumenta mientras más pasan los días, atosigado con el boato cardenalicio del protocolo; con más intrigas palaciegas escuchando; con mil y un demandas de cumplimiento de ofrecimientos exigidas; mientras más madruga a trabajar y más a la media noche se acuesta a descansar… Tratemos de ponernos en sus zapatos y nos veremos rodeados de urgencias y de multitudes, siempre escasos de recursos y poco a poco, cada vez más solos, aunque estemos ganando elecciones. Concluyo, como empedernido optimista que soy –además, practicando la tolerancia que pregono-, en que nuestro Presidente va a rectificar, de seguro y pronto; por su bien y por nuestra esperanza. Sólo esperemos que no vaya a resultar demasiado tarde.
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