Alfaro asume la Jefatura Suprema del Ecuador el 5 de junio de 1895, en medio de un país desangrado por años de inestabilidad y dividido política y socialmente en tres grupos. Se debatía entre estas tres fuerzas: derrotó a los latifundistas, aceptó el apoyo de los burgueses, pero su proyecto pretendía hacer reformas que beneficiaran al pueblo, compuesto fundamentalmente por montubios, costeños e indígenas serranos, que querían igualdad de oportunidad para expresarse y participar en democracia. No debemos perder de vista que el General Eloy Alfaro fue un gran luchador, un internacionalista solidario cuyos pensamientos apuntaban a buscar una transformación que beneficiara sobre todo a la gran masa popular, que por otra parte también había puesto sus esperanzas en él. La conmemoración de los 112 años de la Revolución Alfarista en el Ecuador, nos obliga a reconocer la libertad de conciencia en todas sus expresiones; respetando la capacidad que tienen los pueblos campesinos y los indígenas como personas; caso contrario, nos estamos convirtiendo en los vehículos de la política injusta, apoyando inconscientemente a la destrucción de los pueblos hermanos que tienen iguales derechos a los nuestros.