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Jorge Alcívar
Sobre la acreditación de un texto

La lingüística indica que un libro para ser comprensible necesita cumplir tres aspectos lógicos. Dichos talantes son: coherencia textual, cohesión y propósito del texto.

Viernes 27 Mayo 2016 | 04:00

El cumplimiento de los mismos es lo que proyecta a un texto, como comprensible al público lector. 
Dejando a un lado la lingüística, me focalizo ahora en la acreditación de un texto en el ámbito académico. Arista importante relacionada a la investigación y que el actual  régimen de educación superior, con sus tecnócratas de la Senescyt, evalúan como un indicador fuerte relacionado a la producción del conocimiento científico. 
La pregunta viene ahí: ¿Qué necesita tener un texto para acreditar, cuando este ya cumplió los aspectos lingüísticos? La respuesta la dan los “intelectualoides”… dicen ellos, se necesita: “Código ISBN, aval de una editorial extranjera reconocida y la revisión par internacional”. Duro cumplir este indicador; cuando se es provinciano maquinan algunos centralistas. Sin embargo, nada es imposible bajo este sol y en esta tierra, el progreso llega para todos con trabajo y fe. 
Y así fue que la Universidad San Gregorio de Portoviejo, en su afán de mejorar la calidad educativa y de ese indicador, se propuso la siguiente meta: que sus docentes escriban y publiquen libros académicos. Con esfuerzo se lo hizo, logramos publicar 41 libros con las exigencias establecidas. Pido permiso para narrar mi caso. Me demoré tres años para poder investigar y escribir uno de los dos textos que salieron divulgados; desde el año 2012 hasta el 2015, investigación que tuve que recopilar presencialmente desde la República de Colombia. 
Los otros docentes vivieron similares situaciones, pero al final lo logramos; se publicaron los libros como lo exigía la élite académica del país. Y que venga la acreditación… y vinieron los moñudos que evaluaron la situación; pero, ¡oh sorpresa! Nos equivocamos. Algo faltó, dijeron los iluminados. 
Si sólo hubieran validados las cifras de los libros, Portoviejo y la región tuvieran dos universidades en categoría “B”; pero la calificación fue dura: 0,0 % en la producción de libros revisados por pares. Un frío 0,0 nos indicaba que todo el esfuerzo humano fue en vano. 
Pero cayeron en la contradicción de Coré nuestros evaluadores, perecieron en el vicio de la contra-opinión y se dejaron llevar hacia el limbo de la incoherencia. 
Sus alocuciones cayeron en el error Balaam, porque resulta que cuando acreditaron la Carrera de Odontología de la USGP, nueve de los libros ya habían sido puntuados para la acreditación de la misma, pero después esos mismos libros no sirvieron para acreditar a la universidad. 
Terrible e inexplicable el trama de los izquierdosos, pero quién contra ellos cuando sus criterios arbitrios son la suprema razón académica.                 
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