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Investigación
El centro de Portoviejo tiembla mucho más

Si golpeas una gelatina, esta vibra más tiempo que si se golpea un material sólido. Algo así podría ocurrir en el centro de Portoviejo.

Martes 24 Mayo 2016 | 08:00

Es el ejemplo que da el sismólogo Pablo Palacios, del Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional, para explicar cómo los movimientos dan información sobre el comportamiento del suelo.

Esta entidad ha instalado sismógrafos en varios puntos de la ciudad y sus datos preliminares muestran que el suelo del centro de la urbe presenta la tendencia a mantener más las oscilaciones.
Palacios dijo ayer que, según datos provisionales detectados en las últimas réplicas, “hay evidencia que en el centro queda una vibración, es un suelo que tiende a moverse con mayor facilidad cuando ocurre un sismo”.
Agregó que, según las detecciones realizadas y procesadas de forma preliminar, “es un suelo que tiende a oscilar cuando ocurre el sismo”.
Puso de ejemplo que un equipo instalado en el centro detectó un movimiento y “se vio claramente que la duración de la réplica fue mucho mayor que una estación (sismográfica instalada) en la universidad”.
Estudios.  Estos son los primeros datos de un estudio más completo y complejo que realizará el IG en un convenio con el Municipio de Portoviejo y que profundizará en el tipo de suelo que hay en el cantón y su comportamiento ante eventos sísmicos. “Las réplicas son muy útiles porque traen más información del comportamiento del suelo”, destacó el especialista.
Palacios indicó que aún falta mucha información por procesar, incluyendo los tipos de suelos que existen.
Se trata del primer estudio de este tipo que se realiza en Manabí y que busca tener información técnica y científica que servirá para diseñar de mejor manera las estructuras que se construyan en la ciudad.
Urbes como Guayaquil, Quito y Cuenta han realizado estudios similares.
Fases. Julio Celorio, director municipal de Gestión Ambiental y Riesgos, explicó que la investigación se desarrolla en dos fases: la primera, con la colocación de siete sismógrafos que pasan dos o tres noches en un punto de la ciudad y van rotando hasta  cubrir gran parte de las zonas urbana y rural; la segunda etapa es un estudio geotécnico del suelo con mayor nivel de detalle.
“El resultado será un mapa de zonificación que determine cómo se comporta el suelo ante movimientos sísmicos, así se pueden diseñar de forma más técnica y segura las edificaciones”, dijo el funcionario.
La segunda fase cuesta al municipio cerca de 300 mil dólares, la primera se centra más en el apoyo logístico y operativo a los investigadores.
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