El primer terremoto que le tocó vivir fue de 7,5 y asegura no haber sentido ningún miedo.
En un tono sereno dice que en su natal Santiago de Chile algunas personas están acostumbradas a los movimientos telúricos que se repiten todos los días.
Desde hace 36 años Mario Peñaranda radica en Ecuador y sostiene que el terremoto del pasado 16 de abril no le generó mayor admiración.
“Estaba en mi casa descansando, cuando empezó el sismo lo primero que hice fue ponerme a buen racaudo hasta que pasara todo”, soy una de las personas que ha aprendido a manejar y controlar este tipo de situaciones.
Pero Peñaranda tiene otras historias con episodios sísmicos.
Recuerda que cuando tenía 12 años vivió un terremoto de magnitud 7,8.
Sin embargo, narra que uno de los sismos que le dio susto fue cuando se encontraba en el décimo piso de un edificio de 20 plantas.
“No recuerdo la magnitud del terremoto, de lo que no me olvido es que desde donde me encontraba veía la calle de muy cerca”, indica Peñaranda.
Este chileno, que reside en el país desde que tenía 14 años, manifiesta que cuando vivió por un tiempo en Quito pasó por otro de estos ‘sacudones’, aunque el epicentro no fue en la capital ecuatoriana.
Mario Peñaranda afirma que la reacción a este tipo de eventos de la naturaleza también responde a la educación que se recibe desde las escuelas en el país chileno para hacer frente a este tipo de situaciones.
Pese a que los terremotos no han marcado su memoria, la vida de deportista extremo sí se ha encargado de dejar su huella en su cuerpo.
“Siempre he vivido al límite de mi vida, pero los terremotos no me asustan”, expresa Peñaranda.