Creo que hace una semana o dos, el Ministro español de Relaciones Exteriores visitó el país. Recorrió las zonas afectadas por el terremoto de abril, me parece que Pedernales, Jama y Canoa, y después ofreció declaraciones.

Como es usual, y como no podía ser de otra manera, el lenguaje utilizado fue diplomático; es decir, aquel que se emplea para comentar algo con términos llenos de cortesía, amabilidad pero sin comprometerse, a fondo, en nada.  Lo declaración que leí fue: “estamos viendo cuáles son los medios que tenemos para ayudar a esa reconstrucción, para lo que Ecuador deberá indicar en qué podemos ser más útiles y nosotros buscar los medios para satisfacer esas demandas lo más urgentemente posible”.  Como se puede notar,  las palabras más destacadas e  importantes de su declaración, a pesar de que no dicen en concreto algo, son: “lo más urgentemente posible”.  Bueno,  de eso se trata la  reconstrucción.

Si tenemos poblaciones enteras afectadas, la rapidez con la que fluya la ayuda, la urgencia con que se tomen decisiones, marcará, sin duda, el presente y el  futuro de las comunidades. Entonces la ocupación de la gente por un salario, ahora es lo primordial para reactivar YA, inmediatamente,  las ciudades colapsadas.  Con el empleo, aunque sea temporal y breve, no sólo se ayuda directamente a quien no tiene trabajo, sino que se inyecta liquidez a la economía local - entre más mejor - que, como he dicho en comentario anterior, es lo que permite la reactivación económica después de cualquier crisis.  La colaboración  de aquella fundación que paga $15.00 por barrer las calles, por ejemplo, es una excelente idea. No importa si es por poco tiempo, pero lo importante es la iniciativa.  Después de  el terremoto del 2010 en Chile,  la Ministra de Trabajo de ese entonces declaró “En el desempleo vamos a tener problemas en los próximos meses....... Por eso estamos haciendo programas de empleo, estamos bonificando la contratación a retención de la mano de obra para hacer frente a estos meses más complicados”. Esto es lo fundamental.

En esta línea, todo contrato que se firme,  relacionado o que tenga que ver directa o indirectamente  a  la reconstrucción,   lo repito una vez más, debe ser con la gente de las ciudades afectadas. Es decir, empresas y trabajadores locales que son los damnificados. La tragedia no puede ser pretexto ni oportunidad de lucro a grandes corporaciones  o empresas que no hacen otra cosa que funcionar como gigantes aspiradoras de lo que está a su alcance. Después de todo, invirtiendo y reciclando los recursos es que se reactivan económicamente las ciudades castigadas por el terremoto.  No hay otro camino.