Actualizado hace: 935 días 11 horas 59 minutos
El sexo después del 7.8

Después del terremoto del 16 de abril, el sexo vive sus propias réplicas.

Sábado 21 Mayo 2016 | 09:30

En estos momentos muchas familias no tienen privacidad; en los motetes las parejas permanecen menos  horas, y las trabajadores sexuales que estaban en Tarqui carecen de hoteles para  atender a sus clientes. 

Rossana, una trabajadora sexual, cuenta que sus ingresos han disminuido. Pocos clientes quieren subir a los hostales que aún quedan, por miedo a las réplicas, y algunos se han alejado por el sentimiento de culpa. Es decir, no requieren de sus servicios porque, aseguran, quieren cambiar de vida. “Hace poco encontré a uno de mis clientes fijos y me respondió que estos no son momentos para andar pecando; yo respeto lo que dice, pero eso es momentáneo, luego vuelven a lo mismo”, expresa.    
Rossana trabajaba en los alrededores del mercado de Tarqui, ahora la “zona cero” del terremoto. 
Allí se cayeron unos 22 hoteles, algunos utilizados por ellas. 
Rossana debió salir de allí junto a otras 20 mujeres, quienes ahora buscan usuarios en una ciudad que parece estar en austeridad sexual.
Francisco Paredes, psiquiatra, comenta que después de una tragedia baja el deseo sexual, incluso pocos experimentan placer. En estos momentos los que no perdieron nada tienen un sentimiento de culpa, dice el especialista. De allí nacen las frases como “si tengo sexo en medio de esta desgracia, Dios me castiga”, o “cómo puedo hacerlo, si la gente está sufriendo”.
Además, señala, la privacidad ha disminuido. “Porque, o estas en tu casa con familiares, en albergues, donde es muy difícil hacer algo, o tus hijos están durmiendo contigo”, agrega.
Menos horas en los moteles. Al otro lado de la ciudad, en la vía Circunvalación, una fila de al menos 10 moteles ofrecen sus mejores tarifas y promociones para atraer clientes. 
En uno ellos, la administradora empieza diciendo que los primeros días después del terremoto nadie iba a ese lugar. Ella cree que había un pánico generalizado por estar en sitios cerrados o simplemente la gente no  pensaba en el sexo. 
Eso cambió tres semanas después de la tragedia. “Ahora tenemos la misma cantidad de clientes que antes del 16 de abril, pero el tiempo de ocupación de las habitaciones ha disminuido, de dos y tres horas, a máximo hora y media. “Yo creo que pocos quieren quedarse en los cuartos, piensan que los va a agarrar una réplica y se desesperan en salir”, indica. 
Aún así, ella resalta algo. Tienen otro tipo de clientes: los que no pueden tener sexo en sus casas o albergues y buscan los moteles. 
Los sexólogos, como Rodrigo Céspedes, hablan de una inhibición sexual. 
En otras palabras, las “ganas” disminuyen porque la mente se haya en modo  supervivencia. “Después de una tragedia como la que hemos pasado, hay luto, dolor, y el humano piensa en comida, casa y agua, no en sexo; además no hay privacidad”, expresa.
Mateo, por ejemplo, no ha podido tener relaciones sexuales desde que ocurrió el terremoto. 
Desde ese día duerme con sus hijos y esposa en la misma cama. Incluso las dos primeras semanas compartió espacio con toda la familia (suegra y cuñados). “Prácticamente es difícil; no hay chance, y creo que por preocupación no se piensa mucho en eso”, indica.
En estos momentos los estudios de los especialistas, que recomiendan tener sexo aunque sea una vez por semana, han quedado en percha.
Marcos habla de una fobia por estar en lugares cerrados o casas de dos plantas. Tiene miedo de que la tierra tiemble y lo encuentre desnudo.
El miércoles por la noche no pudo tener relaciones. La réplica de 6.8 le quitó la tranquilidad que había recuperado y en su cama el estado de excepción parece no tener fin.
Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
  • ¿Qué te pareció la noticia?
  • Buena
  • Regular
  • Mala

Más noticias