La nostalgia le invade al relatar que en la actualidad los canastos que teje con sus manos ya no son tan solicitados por las amas de casa como antes.
Entre sollozos asegura que las fundas han reemplazado a los tradicionales canastos de carrizo.
A Petrona Castañeda Morales le brillan los ojos al recordar que el oficio de tejer con este material lo aprendió antes de ingresar a la escuela.
Ella es oriunda del caserío Quillán, La Planta, del cantón Píllaro, Tungurahua. Manifiesta que tejer los carrizos no es una tarea fácil.
“Con el paso de los años me duele la espalda, pero es lo que me gusta hacer”, expresa Castañeda.
Considera que es un arte la elaboración de los canastos, por esa razón asegura que en su casa de forma permanente es visitada por turistas que llegan a Quillán para apreciar el trabajo que desarrolla.
“Es mi alegría porque como me dicen mis hijos, si lo que hago no es con alegría me voy a enfermar, creo que si dejo de trabajar en los canastos me enfermaría”, señala.
>UTILIDAD. Recuerda que antes para todo se utilizaban los canastos de carrizo.
Tanto en las tradiciones y costumbres de la Costa y la Sierra los canastos de carrizo eran utilizados para cargar compras.
Las fibras naturales son materia prima de artesanos indígenas y montuvios.
Para Petrona Castañeda, el tejido en carrizo va a quedar como algo tradicional y como recuerdo de la artesanía porque no hay quien motive su elaboración y ya no se valora su utilidad.