“Me toman por ‘hooligan’, pero no saben que soy profesor, que ayudo a que los chicos de la calle con problemas a que hagan su tarea...”, dice este hombre de 36 años, de los cuales, los últimos 32 los vivió como fiel socio, pero perdedor, del Leicester. 

Sin embargo, el lunes, por TV y gracias al 2-2 del partido Chelsea-Tottenham, tocó el cielo con las manos. 

Hace 13 temporadas que desde una tribuna del King Power Stadium, en el centro, sobre el fondo, detrás de un arco, tiene una garita, una suerte de cabina de DJ donde toca el bombo, donde marca el ritmo de la hinchada. No hizo, durante todo el torneo (como volverá a hacer, con otro ímpetu, mañana ante el Everton), otra cosa que gritar lo que supo convertir en un himno popular: “We’re going to win the league. And now your gonna believe us...” (Vamos a ganar el campeonato y ahora nos vas a creer...). Y se le dio.

Objetivo. De Leicester se sabía poco, hasta ahora. Un equipo con más años en el Ascenso que en la máxima categoría, que volvió a la mejor liga en el 2014, que en el 2015 se salvó del descenso de manera heroica y que en el 2016 se dio el gusto de gritar campeón. En ese contexto, hacerse hincha de ‘Los Zorros’ era una locura. Pero a Jobber poco le importó. Y la pasión, en las malas mucho más, fue por dentro. “De local, jamás me perdí un partido y de visitante, a lo sumo, seis en los últimos 25 años”, dice y se golpea el pecho. Aún no puede creer que su equipo, eterno perdedor, haya salido campeón.

“Nunca había vivido algo igual. No pude prepararme. Sé que es un sentimiento agradable, pero no tengo todavía una palabra para describirlo. Cuando la encuentre, llamaré a los del diccionario”, bromea, dejando ver el tattoo de Mary Poppins, con una bufanda de ‘Los Zorros’ al cuello. Ese no es el único tatuaje por el amor que siente por su equipo: su espalda está cubierta por el escudo del Leicester.

“La cohesión, la pasión y el orgullo, cosas que no se pueden comprar”, destaca este hincha que al fin pudo celebrar luego de 32 años como socio del club.