En el 60 fue para exigir atención a sus exigencias de agua potable, alcantarillado y riego, ahora se requiere una acción que, tomando fuerza en la desgracia, asegure el camino a seguir, empujando las esperanza de volver a ser ese conglomerado emprendedor que lo ha caracterizado como productivo, alegre y hospitalario.

Pero para ello, como en el caso del CRM, es prudente, lógico y correcto, que sean los mismos manabitas quienes manejen su propio destino en la rehabilitación del terreno a resurgir; porque, ¿quién mejor que el mismo afectado, que conoce con propiedad cada rincón de su geografía, a sus gentes, sus peculiaridades, sus dolores y anhelos, para ejecutarlo?

Se vislumbra otro CRM, ahora quizá como Centro de Reconstrucción de Manabí, o algo parecido a la extinta Corpecuador, para que aglutine, centralice, dirija y maneje, bajo la óptica con una especie de fideicomiso, un fondo de reconstrucción o mecanismo similar, todo aquello concerniente a recursos dirigidos a este fin.

Indudablemente, sin excluir a las esferas oficiales nacionales que reforzarán esta entidad en la ejecución de las titánicas labores a desarrollar para, con el empuje de la garra manaba, resurgir de la tragedia.

El Gobierno ha creado el Comité de Reconstrucción y Reactivación Productiva y del Empleo en las zonas golpeadas por el terremoto, nominalmente estructurada bajo el mando del vicepresidente Jorge Glas, comité que pudiera encaminar inicialmente las acciones a seguir el otro ente, el ejecutor.

Porque Glas tiene responsabilidades constitucionales en sus funciones de segundo mandatario, su período está por concluir y suena como candidato presidencial oficial, lo que complicará su función en tal diligencia porque irremediablemente lo empuja a la desconfianza de lo político, factor precisamente que menos debe asomar, incluso para seguridad y confianza de los benefactores internacionales.

Y porque las labores de reconstrucción van para largo, mucho más de lo que durará este Gobierno, por lo que, a pesar de su posible continuidad, la confusión política no debe empañar ni debilitar el futuro de las provincias afectadas por el terremoto. Entonces, hay que pensar en la posibilidad de los efectos positivos de ese nuevo CRM o  como se llame, que seguirá de largo hasta la consecución de las esperanzas que ahora encierran en el alma y el corazón todos quienes desean resurgir de la tragedia, saliendo pa’lante, siempre pa’lante.