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Manta
Tarqui colapsó por su suelo de arena y arcilla

Cuando a Sahid le contaron que su familia había muerto, lo primero que dijo fue: “Me arrepiento de no haber ido con ellos, solo así estaríamos juntos”.

Domingo 01 Mayo 2016 | 10:00

Zoila Molina apenas pudo digerir esas palabras. Fue como si le hubieran dado un golpe seco. Su sobrino de 11 años le estaba diciendo que prefería la muerte a estar lejos de sus padres y hermano. Zoila no dijo nada. Abrazó al niño y lloraron juntos. 
La familia de Sahid: papá, mamá y un hermano de dos años, murió en el centro comercial Felipe Navarrete en Tarqui, el lugar donde fallecieron 90 personas a causa del terremoto del 16A.
Ellos acompañaron a una sobrina a comprar útiles escolares. Sahid se quedó en casa de un familiar. Luego, a las 18h58, el edificio colapsó. 
Ese sábado en Tarqui cayeron un total de 21 construcciones. Las causas de la catástrofe, a más del terremoto, son varias, dicen los técnicos.  
Jhon López, por ejemplo, tiene su versión del por qué esta parroquia fue la más afectada en Manta.
Él es arquitecto. Dijo que  al igual que La Ensenadita y Los Esteros, Tarqui era playa. 
Las construcciones las hicieron encima de arena y  arcilla. 
Justamente este es el suelo menos resistente al momento de sufrir un sismo de grandes magnitudes, explicó. 
“En estos lugares la tierra es débil y los terremotos buscan desfogar su energía en la zonas débiles. Eso hizo que la mayor destrucción fuera por allí, fue como si licuaran la tierra”, expresa. 
Según un estudio realizado por el equipo técnico del Municipio, el 28,35 % del suelo de Manta es arcilloso. Este se halla principalmente en las parroquias Tarqui, Manta y Los Esteros.
Gustavo Cedeño también es arquitecto. Él indica  que otro factor del desastre en Tarqui son las construcciones. El comercio y los hoteles crecieron aceleradamente. “Se levantaban estructuras con bases para dos pisos, pero luego le ponían otros más, las columnas no iban a soportar el peso, por eso cayeron”, expresó.
Según un informe de la Secretaría de Gestión de Riesgos, en Manta el 51 % del sector productivo quedó afectado por el terremoto. 
Esto comprende daños en el comercio en un 40 %, industrias 10 % y artesanías 10 %. En total 225 empresas perjudicadas. 
En Tarqui el Cuerpo de Ingenieros del  Ejército (CEE) inspeccionó 760 de 1.800 construcciones. 
José Ramos, jefe de Planificación del CEE, explicó que de las 760 unidades, un 26 % no es habitable. Tienen daños severos que ponen en riesgo la vida de las personas. 
El último saludo a su madre. Ese mismo sábado 16 de abril,  a las 17h00, Byron Ponce estuvo en el edificio Felipe Navarrete saludando a su madre. Ella trabajaba en la papelería.   
Llevó a su hija Zaida. La bebé de dos meses pasó por los brazos de algunas trabajadoras del lugar. Su madre fue la última en tocarla. Al final le preguntó por su otro nieto, por Byron José. “Cuando me lo dijo note una tristeza en sus ojos, ¿dónde está mi chiquito, por qué no lo trajiste?, me preguntó. Le respondí que se quedó en casa, pero al regresar tenía un mal presentimiento, después pasó lo que pasó”, expresó. 
Cuando sacaron los cadáveres aparecieron en un orden que le hizo pensar a Byron que tuvo una predicción trágica. 
Era la misma secuencia de personas que tocaron a su hija. Todas las trabajadoras de la papelería, el último cadáver en rescatar fue el de su madre. 
Byron salió de Tarqui a las 18h00. 
A esa misma hora Richard Vélez se bromeaba con el finadito “Teodoro”. 
Le escondía los camarones, el agua, las fundas. Había unas diez personas en el área de mariscos del mercado de Tarqui. Las ventas estuvieron buenas ese día. Algunos preparaban su retirada.
De pronto la tierra tembló. Richard vio cómo el edificio del mercado municipal y el Felipe Navarrete se separaban. Ambos cedieron. En ese momento el techo cayó encima de “Teodorito”, dice. 
No lo vio más. La gente se escondió bajo los mesones y las placas de concreto  golpeaban el suelo.
Richard estuvo entre los escombros media hora. Cuando salió vio una nube de polvo y casas en ruinas. Escuchó gritos. Habían personas llorando en los edificios, otros pedían ayuda. “Nadie pensó en volver al área de pescado, no había esperanzas de encontrar vivo a Teodorito, le cayó encima todo, casi morimos todos”, recordó.  
Por qué se destruyó Tarqui. El ingeniero Carlos Ochoa tiene un criterio similar al de sus colegas sobre lo sucedido en Tarqui, pero él añade algo más. “Aquí nadie ha controlado la calidad de los bloques y ladrillos, estos los elaboran en cualquier parte, con cualquier material, sin respetar normas”, expresó.
A esto hay que sumarle, según Ochoa, que las construcciones las hacen maestros albañiles y pocos o casi nadie hace estudios de suelo. 
Él asegura que faltó control de las autoridades en las construcciones que se hicieron, no sólo en Tarqui, sino en muchos sectores. 
“Si tes das cuenta las bases de los edificios colapsaron, esto solo quiere decir que a éstas les pusieron más pisos de los que podían soportar. Los pocos que quedaron en pie se fueron a un lado, estos tenían buenas bases, pero lo de arriba estaba muy mal hecho, con mala calidad de arena y poco hierro”, indicó. 
Ochoa dijo que hay que aprender de lo sucedido y tomar correctivos. 
Él es parte del Gremio de Profesionales Independientes y tiene una propuesta. 
Ellos  construyen casas sismorresistentes, bajo normas mexicanas. Tienen la patente en Ecuador de la tecnología constructiva Walltech de México. Esas son normas exigentes, adoptadas en ese país luego del terremoto de 1985. “Lo mismo deberían hacer acá. Nosotros armamos las viviendas con paneles de concreto, las casas pueden hacerse hasta de tres pisos”, señaló. 
Las casas cuestan entre 8 mil y 13 mil dólares. La fábrica constructora está ubicada en Guayaquil. Ochoa propone traerla a Manta para satisfacer las necesidades habitacionales que se han generado en Manta debido a la catástrofe. 
La historia de Sahid, Byron y Richard. Después del terremoto Sahid pareció adoptar una determinación fugaz. Volvió a mostrarse tranquilo, como antes, quedándose acostado durante horas enteras sin hacer ni un movimiento, con los ojos bajos, sumido en la tristeza. No quiso comer desde el sábado. Decía que si lo hacía era una falta de respeto a sus padres que estaban vivos, sin comer, bajos los escombros. El martes cuando aparecieron los cuerpos, su tía Zoila no sabía cómo darle la noticia. “¿Cómo le dices a un niño de 11 años que su familia ha muerto? ¿Cómo le dices que su papá fue hallado abrazado a su hermano menor y su madre a un lado? Aquel fue el momento más difícil de mi vida”, indicó. 
A pesar de las dudas y el dolor del duelo, Zoila lo llamó y textualmente le dijo: “Mijito hallamos a tu papá”. El muchacho le respondió “¡Qué bueno tía porque ya tenía hambre, ya quiero comer, dónde están!”. La mujer cuenta que sintió desplomarse. 
Otra vez vaciló en decírselo, pero no había razón para ocultarlo. “Mijito, pero están muertos”. 
Sahid dio un grito que alertó a toda la familia. Ese día lloró tanto que días después, el jueves de esta semana, durante la entrevista, diría que cree haberse quedado sin lágrimas.
Los primeros días después del terremoto, en el cementerio Jardines del Edén, donde llevaban a los cadáveres, Byron Ponce también reconoció a su madre. 
En ese mismo lugar Richard Vélez y otros comerciantes acudieron al sepelio de “Teodorito”, con la nostalgia de haber bromeado con él minutos antes de su muerte. 
Ya esta semana el cementerio estuvo cerrado. Los administradores decidieron fumigar el área y suspender las visitas. 
Jhonny Cedeño, trabajador del lugar, dijo que es precaución. Hubo tantos cadáveres después del terremoto que la muerte parecía haber acampado en Manta. 
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