Actualizado hace: 934 días 22 horas 25 minutos
Serie animada
Regular show

Las horas más felices de los últimos quince días las he pasado siendo niñero de mi sobrina de tres años. Hemos leído mil veces los mismos cuentos, hemos hecho mil veces las mismas bromas y hemos visto miles de capítulos de los mismos programas de televisión. Por ella, gracias a ella, he descubierto “Regular Show”, de Cartoon Network, una serie de dibujos animados sobre los amigos-que-son-como-hermanos: esto puede sonar inocente, pero no lo es.

Domingo 01 Mayo 2016 | 04:00

Los personajes principales de “Regular Show”, que dicho sea de paso lleva nada menos que siete exitosas temporadas en el aire, son Mordecai (un pájaro azul, alto y flaco) y Rigby (que podría ser una ardilla más bien corta de estatura), dos tipos jóvenes atrapados en una especie de adolescencia eterna: en algún momento se explica que terminaron el colegio y que han decidido trabajar en un parque en vez de ir a la universidad, pero no mucho más. El resto son sus aventuras, encapsuladas en capítulos de diez minutos que siempre resultan intensos, psicodélicos y surrealistas. Mordecai y Rigby tienen todo lo que necesita una persona para poder funcionar al margen de una sociedad medianamente civilizada: son relajados, son rockeros, son cinéfilos a su manera (hacen maratones de películas de terror), son gamers, y son románticos de la vieja guardia, de esos que se enamoran platónicamente y viven de las migajas que se desprenden de sus ilusiones. Mordecai y Rigby tienen su propio mundo, un planeta donde se cruzan varias dimensiones paralelas y desconocidas y donde cualquier antojo de la imaginación resulta poca cosa. Pero sobre todo y antes que nada, Mordecai y Rigby se tienen el uno al otro y es ahí, en esa unión, en ese lazo, donde descansa el núcleo narrativo de la serie. El uno está dispuesto a soportar al otro hasta en la situaciones más ridículas e inverosímiles porque ambos trabajan al servicio de una biografía en común que los acerca un poco más en cada episodio.
Hace unos días escuché que las familias sobreviven gracias a la confianza que tienen sus miembros entre sí, es decir, que ser familia es poder confiar ciegamente en alguien más y acompañar a esa persona hasta las últimas consecuencias. Quizás no lo escuché, quizás lo aprendí de una vez por todas. El caso es que ahora lo tengo claro y que me parece una verdad universal. Me lo demostró el terremoto, que separó la tierra pero está uniendo a la gente. Y me lo demostraron también Mordecai y Rigby. El amor verdadero sólo conoce una fórmula: juntos hasta el final, pase lo que pase.  
Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
  • ¿Qué te pareció la noticia?
  • Buena
  • Regular
  • Mala

Más noticias