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ARTESANÍA
Collares de pura tradición en manos de saraguros

El pueblo de Saraguro conserva una tradición indígena que aporta elegancia y colorido a los trajes de las mujeres.

Miércoles 27 Abril 2016 | 04:00

 Los hay de diversos colores y diferentes tamaños, pero no se repiten. Antes únicamente los usaban las mujeres indígenas de Saraguro, el accesorio se convirtió en una pieza infaltable en su vestimenta, que contrasta con las tonalidades de las blusas y el rebozo negro que hace que ese adorno luzca y llame la atención.

Con el pasar de los años la exclusividad de esa prenda dejó de verse en algunas mujeres y el adorno pasó a ser utilizado por muchas otras, quienes con elegancia la lucen, sobre todo en los eventos sociales.
Son hechos a mano y en lo que la tradición no ha cambiado es que los collares son confeccionados por las mujeres autóctonas del cantón Saraguro.
La destreza es innata en ellas y todas desde niñas la desarrollan y la perfeccionan, incluso en la actualidad los varones de esa etnia también las confeccionan.
 
>UNA Heredera. Mariana de Jesús Andrade Macas elabora estos collares. La habilidad de sus manos para crear esos objetos hechos de mullos, que se conocen como chaquiras, la desarrolla desde niña, luego de que su madre le inculcara esa costumbre y a ella le indujera su abuela y a esta a su vez sus padres, de generación en generación.
“En tiempos pasados esta actividad no se comercializaba y lo hacíamos únicamente para nuestro uso personal. Desde hace tres años vendo estas prendas y las entrego a diversas personas que me piden que les haga varios de estos collares y manillas”, dice Mariana.
Ella integra la Asociación de Artesanos de las parroquias rurales del cantón Loja y eso le ha permitido exponer sus productos en las diversas ferias que se organizan en la localidad. Andrade tiene un local (isla) en la planta baja del Centro Comercial ‘El Colibrí’ de Loja. 
 
>De exportación. Los collares y las manillas que Mariana de Jesús realiza con base de chaquiras se llevan a Francia, Bélgica y a ciudades de Estados Unidos. Desde hace tres años esas joyas ya no se quedan en la urbe, sino que se ven en otros lugares, donde las mujeres se maravillan al usarlas.
La elaboración es un tanto compleja, sobre todo los collares grandes. El amor al dar la forma se suma a la paciencia que tienen quienes los elaboran. A Mariana de Jesús le toma cerca de cuatro días hacer un collar grande, pero -como ella comenta- si se dedica de lleno, más se da tiempo para el arte.
Como ‘wiphala’ se conoce a los collares multicolores que derivan en la identidad de la etnia saraguro, cuyas joyas en la actualidad ya no son de uso exclusivo de esa etnia sino de una diversidad, donde el buen gusto y la elegancia priman a la hora de lucir esos atuendos autóctonos. 
Los collares y las pulseras son únicos. Un diseño no se repite. Mariana de Jesús ensaya uno y luego de reunir los materiales empieza a darle forma. Son sus dedos los que con cuidado y sistemáticamente le dan forma a las chaquiras, que las va comprando según las joyas a elaborar.
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