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Childerico Cevallos Caicedo
“La Bella” (I)

Era la época en que imperaba el mando de Corpecuador en la construcción de obras en la costa ecuatoriana.

Domingo 14 Febrero 2016 | 04:00

En Manabí se intentaba resurgir algunas de ellas, como la carretera Portoviejo- Crucita, vieja aspiración que se incubaba entre engaños y zancadillas.
Cuando el supremo revolucionario de la revolución ciudadana decidió acoger el clamor
de los portovejenses, dispuso al alto mando de Corpecuador, radicado en Guayaquil, retomar los trabajos de la vía, cuya construcción venía arrastrándose desde hace años, por lo que se había tornado en una burla para la ciudadanía. 
Algo similar a lo que sucede actualmente con la vía Portoviejo- Pichincha.
La Junta Cívica de Portoviejo, presidida en ese entonces por Guido Carranza Acosta, y en la que yo me daba el lujo de ser el vice, - ¡ejem! permítanme una lijita de vez en cuando - insistentemente demandaba la atención a la obra.
Probablemente aquello le valió que fuera invitada a una sesión informativa en Portoviejo, donde con lujo informático se presentó la maravilla de trabajo proyectado para que la carretera sea una realidad.
Se emplearon términos técnicos y de cálculos rebuscados, como pretendiendo confundir al auditorio.
Pero se dieron con la piedra en la boca al encontrarse con profesionales experimentados que los obligaron a rectificaciones y aumento de obras.
Carranza los hizo ver la realidad. 
Armando Bravo, conocido empresario constructor portovejense, fue claro, preciso y
contundente. 
Su insistente observación profesional logró rescatar la construcción de aceras y bordillos desde la misma puerta de la Universidad de Manabí, pues estaba planificado empezar a hacerlas desde donde queda actualmente el comando de la Policía Nacional.
Que el presupuesto no alcanza, que la obra no era para la zona urbana, que había que
rediseñar, etc. etc. 
¡Nada, señor! 
Las excusas fueron rebatidas y los rubros correspondientes fueron incrementados, sin afectar otros.
Y así se lo hizo con supervisión de la Junta Cívica, específicamente en el tramo inicial
de Portoviejo a Cruz Verde.
Posteriormente, con el paso del tiempo y los cambios de mentalidad y voluntad, hubo una bajada de bilirrubina en todo el país, cayendo en desgracia Corpecuador por errores administrativos, que determinaron su desaparición.
Se recuerda el caso del puente de El Ceibal, en Rocafuerte, que después de haber sido concluido no podía ser utilizado porque no se había contratado los accesos al mismo. 
El justo berrinche del mashi, supremo revolucionario de la revolución ciudadana, apuró las obras faltantes que permitieron poner en uso tan necesaria obra, rescatándola de la indolencia burocrática.
Igualmente, de carambola ordenó la continuidad de los trabajos en la vía a Crucita, abandonados en especial en el tramo Cruz Verde- Crucita, apuntándose al Cuerpo de Ingenieros del Ejército su conclusión. (Continuará) 
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