“Claro soy profesional para ayudar, primero, y luego para no ahogarme”, señala.

Cuenta que envió los documentos firmados y notarizados para que los miembros de la comisión receptaran, verificaran e hicieran la investigación respectiva. Tras el resultado envió una carta al Presidente de la República, que a su vez la derivó al Ministerio de Defensa y este a la comisión, por lo que ya perdió las esperanzas de lograr el reconocimiento, sostiene.

Recuerda que en el 2007 recibió una beca de la Cruz Roja para profesionalizarse en España y “cuando volví ya no tenía trabajo”. Tras este revés abrió su propio negocio en Crucita, “La choza de Acuamán”, donde vende platos elaborados con mariscos para sacar adelante a su familia. Afirma que a lo largo de su vida como salvavidas (inició a los 15 años y tiene 56) ha rescatado a unas 1.500 personas y que se mantiene activo porque enseña a las nuevas generaciones.