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VENTA
La ciudad que tiene el sabor junto a las aceras
COMERCIO Lucía Fernández junto con su esposo Antonio tiene un puesto de venta de hayacas y ceviches, en la calle Bolívar en los bajos del Banco de Fomento

Todo empezó hace 40 años. Al principio fue un puñado de carretas de venta de comida y refrescos que recorrían la ciudad o se estacionaban en una vereda. Se han multiplicado y siguen apareciendo.

Martes 29 Mayo 2007 | 20:30

Los registros del Departamento de Justicia y Vigilancia indican que en la ciudad hay 691 comerciantes informales, sin embargo se conoce que son más. En esa lista se incluyen las carretas y los kioscos fijos. También desconoce el número de carretas que recorren la ciudad ofreciendo ceviche, guatita o jugos. Que se detienen donde encuentran una garganta sedienta o un hambre insatisfecha. Son parte de esos negocios informales que no ha podido ordenar Justicia y Vigilancia que desde ayer tiene un nuevo director, Holger García, que reemplaza a Robert Cedeño. Entre los primeros Antonio Mendoza dice que fue de los primeros que tuvo una carreta donde vendía agua de coco. Fue hace 39 años. Se estacionaba en la esquina de las calles Olmedo y Bolívar, allí donde se encuentra el edificio del Banco de Fomento. Quince años después decidió, con su esposa Lucía, poner un puesto de venta de hayacas en otra carreta en el mismo sector. Continúan ambos negocios. Cada día le traen desde Calderón 70 hayacas. La vida en el negocio empieza antes de las siete de mañana y termina después de la una de la tarde. Los fines de semana uno de sus hijos se encarga de las ventas. Antonio señala que en más de una ocasión han pensado llevar su negocio a un local formal, pero en el mismo sector, porque ya tienen clientes. El problema es que el alquiler es caro, entre 200 y 300 dólares por mes. María Romero lleva menos tiempo en la venta informal. Desde hace 10 años empezó con su esposo a vender empanadas en una esquina del Centro Comercial Municipal. Luego ubicaron un kiosco donde los batidos son la carta de presentación. Pagan al Municipio un dólar diario por el uso de la vía. La institución recauda 300 dólares por esa tasa. Portoviejo vive entre la agricultura, la burocracia y comercio. En sus calles hay negocios que invitan a que el placer entre por la boca. Puede ser por las mañanas o las noches. NEGOCIO María Romero es una de las vendedoras que tiene alrededor del Centro Comercial Municipal un kiosco donde vende comida y refrescos.
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