Uno de ellos es Jaime Moreira, oriundo de Manabí.

La mayoría de los productos que adquirió el pasado fin de semana para expender en este feriado, todavía yacen sobre su coche.

Según el vendedor, pese a que recorrió las principales calles de la ciudad, hasta la tarde de ayer solo había logrado vender 50 de las 100 “cariocas” que adquirió, con una inversión de 100 dólares.

“Espero que este último día de feriado la situación mejore”, refutó el vendedor.

Una situación similar aquejó a Geovanny Caimanagua. El mercader se asentó en una acera de la avenida 29 de Mayo con el objetivo de “hacer su agosto”, pero de igual manera la poca afluencia de personas golpeó a su inversión de más de 100 dólares.

Además de haber invertido en espuma, Caimanagua asegura que le apostó a la venta de tinta para el pelo.

En el casco central el precio de las espumas de carnaval oscilaban entre uno y tres dólares. La funda de tinta era de 50 centavos, dijeron.

> AGUA. Pero, pese a las “penas”, los vendedores hicieron su propia “fiesta” en las calles.

Con el refrán “a mal tiempo, buena cara”, varios mercaderes se mojaron entre sí. Tal es el caso de la familia Chávez, que en vía pública mojaban a propios y extraños.

Pese a esto, aseguraron conocer que actualmente el Código Orgánico Integral Penal (COIP) establece entre ocho y 20 días de privación de libertad para quien agreda o lesione a una persona al jugar Carnaval.