Actualizado hace: 937 días 11 horas 55 minutos
Rosa Dalia Cevallos
Temida revolución

Viernes 05 Febrero 2016 | 04:00

El triunfo de Macri en Argentina,  del Congreso de oposición en Venezuela, el declive de Dilma Rousseff en Brasil, son la esperanza para los “amantes de la democracia” ecuatoriana que se sienten viviendo en el absolutismo. Esa misma gente que disfrutó de porciones de poder en las dictaduras del pasado -aunque pálidas frente a las del Cono Sur- no protestaban como ahora,  solamente ciertos movimientos sociales y estudiantiles, sumados a uno que otro precandidato les hacían frente. En cualquier conversación no faltaba quien dijera sin recato  “aquí lo que hace falta es un Pinochet” ante el incorregible desorden e ingobernabilidad. Pobres en medio de la riqueza. Hasta petroleros, para provecho de grandes transnacionales,  más poderosas que el mismo Estado.

Pero el cosmos  conspiró en contra de esos deseos y quien llegó al poder a querer componer todo, a cumplir su sueño de niño scout fue un joven de carisma pocas veces vista, de personalidad arrolladora, costeñísimo y pannacional al mismo tiempo, que nació “rayado” y morirá rayado, tomando sus propias palabras. A romper esquemas, uno de esos: el presidente debe llevar las obras de progreso a la ciudad de nacimiento. Así comenzó por instalar la Subsecretaría de Pesca en la capital atunera. Este tipo de enfrentamientos retrógados eran usuales en el pasado. 
Una de las características más temidas es precisamente el nombre de Revolución Ciudadana, aunque el enciclopédico don Rodrigo diga que una revolución toma ese nombre cuando hay muertes en la toma del Gobierno. No pocos seguirán pensando que las transformaciones propuestas desde arriba solamente pretenden poner al Ecuador a la altura de un país del siglo XXI.  Todo estaba pensado, si no cortó, por lo menos redujo el poder a los grupos de presión. La Constitución debía consignar cualquier tema que posibilitara un cambio radical.
Los accidentes de tránsito, los abusos empresariales, así como los de sindicalistas, la desidia de las empresas de servicios, la mediocre educación, la politización de la misma  y los títulos falsos, la desatención en salud, la mala presentación de entidades públicas, la tardanza en la entrega de una cédula en un día, al igual que los pasaportes y la eliminación del permiso de salida. ¿Eso era libertad? Estas diligencias son imperativas en un país desarrollado.
El derecho a la propiedad privada legítima sigue garantizado, no fue así en gobiernos “democráticos”, pues había que enjuiciar al peligroso traficante. Y el Biess  presta para tener otra casa. Al momento, la unidad que se pretende en América Latina contra gobiernos que han tenido el común denominador de sometimiento se ve difícil si en el mismo Ecuador no la consiguen…. Hay que corregir mucho…    pero ¿quiere volver al Ecuador de antes?
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