De todas maneras, el autor se congratuló íntimamente de su caudaloso triunfo y, una vez echado a andar su gobierno, aplaudió su afán en el cumplimiento de las primeras promesas de campaña, en el alineamiento ideológico, en lo categórico de sus pronunciamientos y en el aire de optimismo que logró insuflar en Manabí, con su abierto respaldo a todos los grandes proyectos de desarrollo, y en una ciudadanía harta de inmediatismos, de soluciones a medias, de “gatopardismo” político que cambia el nombre de las instituciones públicas, pero no sus anacrónicas prácticas que lejos de hacer avanzar al país, parecen anclarlo sistemáticamente en el pasado. Frente a un pueblo sediento de liderazgo, ha parecido ser usted el hombre providencial que estaba haciendo falta, el joven enérgico e inteligente capaz de mostrar nuevos horizontes a una nación que parecía condenada a la eterna deriva. Usted fue novedoso, original, refrescante. El problema está en su carácter, y usted lo sabe. Ese penoso incidente durante la Cadena Radial Nº 18 en Carondelet le ha valido enormes críticas que sin duda, habrá menoscabado su popularidad sin precedentes. ¿Qué le pasa, señor Presidente?. ¿Por qué esa animosidad insensata en contra de la prensa ecuatoriana?. ¿Acaso ha sido vejado, insultado o difamado por el conjunto de los medios?. ¿O es que no admite siquiera la posibilidad de una crítica, de una burlesca caricatura a la que están expuestas todas, absolutamente todas las figuras públicas, incluyendo al Papa de Roma? Poniéndose a pelear con la prensa y con sus representantes, se arriesga a perder la intermediación que, mal o bien, ella ejerce entre el poder que usted ostenta y la ciudadanía. Imagínese lo que sucedería si los medios resolvieran ignorarlo durante un mes entero. ¡Sólo un mes!. La gente comenzaría a preguntarse ¿es que todavía tenemos un mandatario? Ciudadano Presidente: hay mucho por hacer en el país. Hay que modernizar el Estado, desburocratizarlo, para que no siga siendo parte del problema, sino de las soluciones. Hay que explotar la minería, el turismo, mejorar la red vial, parar la deforestación, reglamentar el uso del gas en los automotores, optimizar las aduanas, reformar el sistema carcelario. ¡Hay tanto por hacer que requiere de su tiempo y su energía!. Sabe el autor que –tal como pintan las cosas - este artículo podría acarrearle contratiempos, y está dispuesto a asumirlos. Pero antes, quiere citar una frase que viene a cuento: “Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, yo no vacilaría un momento en preferir lo segundo”. Esto no lo dijo un periodista corrupto, sino Thomas Jefferson, Presidente de los Estados Unidos en 1787, el año en que se reunió la Asamblea Constituyente. ¿Le dice algo, señor Presidente Correa?.-