Al maestro lo entrenaron pesados de la nota, como Rosa Elena Falconí y Constantino Mendoza. Teoría, armonía, solfeo, solbonito… de todo le enseñaron al pelado, en la Academia de Música de la CCE-M. Despuesmente, se sacudió y, desde 1991, picó al Guayas y se integró a grupos de la categoría de Caoba, Marfil, y acompañó a artistas mundiales como Carolyn Wilkins y Larry Baione, de conservatorios de Boston; Johan Vershelst, que como nació en Bélgica tenía cara de belga y era un mago del clarinete; al trompeta cubano Roberto García y a un laaargo etcétera que impresiona hasta al más inimpresionable. A estas fechas, ya tiene 2 cidís con temas de su autoría: “Paroxismo” y “Entre el klímax y la ataraxia” (si quiere saber qué carajo es ataraxia, desataraxiéese con el diccionario). Ambos, bacanudísimos. Y le hace a todos los instrumentos: piano, bajo, guitarra, batería, timbales, congas, bongó, quena, charango, tres cubano y pito de árbitro.