Adolescentes y niñas hicieron a pie el camino desde el establecimiento educativo al templo, donde también niños vistieron de ángeles y una jovencita hizo las veces de Mariana de Jesús. La santa quiteña Su nombre completo era Mariana de Jesús Paredes Flórez y nació en Quito en 1618. Desde los cuatro años quedó huérfana de padre y madre y al cuidado de su hermana mayor y de su cuñado, quienes la criaron como a una hija. Aunque pidió entrar al convento desde muy joven, en las dos ocasiones en que quiso hacerlo se presentaron contrariedades imprevistas, y eso lo entendió ella como un mensaje divino, en el sentido de que debía vivir su vida cristiana en el mundo. Y para ello se construyó en su casa una habitación separada donde se dedicó a rezar, meditar y hacer penitencia. Ofreció su vida para que cesaran unos terremotos que se sucedían en aquellos años, y así empezó su enfermedad. Y también pidió que cesara una epidemia que terminaba con la vida de mucha gente. Por ello el Congreso de la Nación le dio el título, en 1946, de Heroína de la Patria. El Papa Pío IX la declaró beata y el Pío XII la declaró santa.