El agricultor de 78 años de edad tiene fincas en la vía Colón-Quimís, donde “siembra de todo”: maíz, maní, maracuyá, yuca, limón, verduras, que riega con el agua que carga en su vieja camioneta de cajón “desde afuera”, desde los canales de riego. Él aprovecha las colinas.

“El año pasado fue bueno, pero en la cosecha de maíz los precios bajaron y eso no alcanza frente a los gastos que hacemos en agua, insumos, semillas y fertilizantes”, dijo Macías, quien aseguró que el invierno va a ser bueno y que no hay que perder la fe.

El año pasado sus amigos  le dieron dos kits agrícolas, por lo que la cosecha fue buena.

Macías emplea, por lo pronto, a tres personas y en la cosecha a 10 jornaleros.

En la misma vía Juan Carlos Espinoza, Darwin Bravo y Antonio Montanero colocaban estacas para la cerca de un sembrío en el que trabajan por un jornal diario de 12 dólares.

Allí, a inicios de mes sembraron papaya, que riegan con agua que bombean desde el canal. 

Ellos están entre la esperanza y el desánimo. Esperan que empiece a llover para sembrar otros productos “porque el año pasado se sembró maíz y no se sacó ni la inversión”, dijo Espinoza.

“La tierra está reseca y tenemos que esperar, si no fuera por el sistema de riego no podríamos mantener el cultivo”, añadió.

Todos señalan que el apoyo que el Ministerio de Agricultura les brinde es fundamental para asegurar una buena cosecha.

APOYO. Xavier Valencia, coordinador zonal del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP), dijo que han tenido avances significativos en el apoyo a la producción, pero falta mucho por hacer.

Por ejemplo, apenas cuentan con 35 técnicos para atender al sector ganadero de la provincia, que tiene un millón de reses y 50 técnicos para asesoramiento agrícola.

SEGURO. Destaca como un aporte fundamental para el trabajo en el campo el seguro agrícola, que cubre pérdidas por sequías e inundaciones, para el cual está abierto el registro con el que se entrega el kit agrícola consistente en semilla fertilizada y fertilizantes, además de la asistencia técnico para la siembra.

Con el seguro, si el campesino tiene pérdidas puede recuperar parte de la inversión, señaló.

Sobre la superficie sembrada dijo que unas 80.000 hectáreas son de maíz, de las cuales unas 30.000 están aseguradas.

En este segmento los agricultores se arriesgan a sembrar en las colinas, por seguridad; mientras que en arroz la siembra es más sensible porque se hace en zonas bajas e inundables, explicó.

Valencia dijo que unas 10.000 hectáreas son arroceras, de ellas 5.000 están en el valle del río Portoviejo y las restantes en la zona del Carrizal.

ASISTENCIA. “En esencia el agricultor manabita es optimista, se llena de buenas vibras y va más allá de los pronósticos por su conocimiento ancestral”, indicó el coordinador del MAGAP.

Sin embargo, añadió, el MAGAP se mantiene atento e intensifica la asistencia técnica para que el campesino conozca dónde, cómo y cuándo sembrar. 

Recalcó que insisten para que se siembre en zonas altas y muy productivas, considerando la vulnerabilidad por exceso de lluvias o el estado de las vías.