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RELATO.
La leyenda del árbol

En la parroquia Eugenio Espejo de Otavalo, provincia de Ibarra, se encuentra un árbol muy especial para los indígenas de la zona.

Lunes 30 Noviembre 2015 | 04:00

 Las leyendas y tradiciones que abundan en el lugar le dieron un lauro especial. 

Se trata del tradicional árbol lechero, que al encontrarse en el pucará Rey Loma (loma o pequeña elevación), una colina que está entre la ciudad de Otavalo y la laguna de San Pablo, a 2.847 metros sobre el nivel del mar, es considerado un mirador natural que ofrece una vista privilegiada hacia el lago, el volcán Imbabura, la montaña Fuya Fuya y la misma ciudad de Otavalo.
Pero este árbol tiene una historia muy especial, que está basada en una leyenda que cuentan los indígenas de Otavalo. Dicen que en épocas antiguas, mucho antes de la llegada de los españoles, el sector atravesaba por una fuerte sequía que perjudicaba de gran manera a los sembríos, por ello las poblaciones locales decidieron ofrecer un sacrificio.
>La ofrenda. De todas las doncellas de aquel entonces, una joven llamada Nina Pacha fue escogida para darla como sacrificio y de esa forma calmar la ira de las divinidades que causaban la sequía.
Pero no se dieron cuenta de que ella, Nina, tenía un novio. Su nombre era Huatalquí, que cuando se enteró del ritual que iban a realizar decidió huir con su amada hacia un lugar lejano.
Durante su escape, el yachag, shamán o sabio de la comunidad se dio cuenta del grave engaño y pidió clamando al ‘Taita Imbabura’ que castigue severamente a la desobediente pareja. Cuando Nina Pacha y Huatalquí llegaron a la actual zona del pucará Rey Loma, retumbó un gran trueno detrás del volcán Imbabura que afectó a la mujer e inmediatamente la convirtió en agua, y con ella llenó poco a poco el valle seco de aquel entonces.
Huatalquí, arrepentido de esta situación, lloraba y clamaba pidiendo al ‘Taita Imbabura’ que lo castigue a él también. Luego de tanta súplica, salió otro trueno detrás del coloso que afectó al joven y lo transformó en el árbol lechero.
La leyenda certifica que la cercanía del árbol hacia el lago San Pablo es la muestra del eterno amor que se tenían Nina Pacha y Huatalquí. 
Ahora la zona está rodeada de bosques de eucalipto y pino que, se cree, permanecerán hasta la eternidad. 
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