Los viajeros, propios y extraños, no dudan en hacer una parada obligada en Mejía para abastecerse de la deliciosa fruta, cuyo color amarillo-rojizo, resalta desde lejos y despierta la sensación de probarlos.
Chico y grande, miguelillo y otras variedades, hacen su impacto visual efectivo para la alegría de los comerciantes que aprovechan este gran momento que están viviendo, a pesar que la cosecha veranera está apenas iniciando.
Cristóbal Posligua, uno de los comerciantes ubicados en el sector, asegura que las ventas son buenas debido a la calidad de la fruta, la cual se cosecha en sitios cercanos como El Milagro, El Guayabo, Mejía, Higuerón, Picoazá, entre otros; y es desde aquí en que salen a “bordotones” por quienes van a las playas de Crucita, San Jacinto, San Clemente y demás.
“Las personas van cargadas de mangos. Quieren ir comiendo algo mientras se dirigen a su destino”, precisó Posligua, agregando que según el tamaño es el precio, por ejemplo cuatro mangos grandes se venden por un dólar, y así sucesivamente.
APOGEO. “Por lo general la cosecha dura hasta febrero, siempre y cuando el invierno no sea tan intenso, ya que por el calor y humedad los gusanos se apoderan del fruto”, sostuvo Néxar Marcillo, otro vendedor.
Para el campesino el mango chico y grande fue el primero en salir, y encabeza la lista de los más buscados por los degustadores de la fruta.