Los niños generalmente desarrollan una buena visión. Pero cuando llegan a sus años escolares, algunos de ellos empiezan a presentar visión borrosa de lejos, ya que sus ojos se vuelven miopes. Se nos ha dicho que los padres miopes tienen hijos más miopes en relación a padres no miopes, que la cantidad y el mayor tiempo de la lectura o el trabajo de cerca de una persona es predictivo para llegar a ser miope. Ahora también se sabe que aquellas personas que pasan más tiempo al aire libre tienen menos probabilidades de convertirse miope. La historia no es sencilla. Si estaba esperando que “sus genes determinan la mayoría de las miopías”, entonces es el momento de conocer otras causales. 

La miopía es un problema complicado. Tiene un componente genético, pero que parece estar más relacionada con los casos más severos y afortunadamente raros. Lo que estoy indicando es de la variedad, la miopía juvenil que comienza en los primeros años escolares que  progresa tal vez de -2.00 a -5.00 dioptrías dentro de 5 a 15 años. La miopía se va incrementado a pasos agigantados en una generación y así vamos entendiendo que la genética no es toda la historia. 

La miopía está empeorando en todo el mundo y el porcentaje está aumentando considerablemente, incluso hasta el punto de ser llamado una epidemia. En algunas partes de Asia como Singapur, aunque parezca increíble, más del 80% de los niños en escuelas y secundarias son miopes. Se ha convertido en un tema de importancia monumental que afecta a más de mil setecientos millones de personas en todo el mundo y sigue empeorando. Pero estamos totalmente conscientes de lo que está sucediendo. Pero no podemos evitar el hecho de que la sociedad industrializada y tecnológica ha creado un ambiente miopigenico que estamos fallando en controlar. 

Desde hace más de 200 años hemos estado dando lentes a miopes y esperando que estén de vuelta muy pronto, cuando la visión se ponga de nuevo borrosa. Creo que es hora de empezar a tratar la miopía como un problema refractivo prevenible. 

Lo que se propone y que está casi a nuestro alcance, es lograr crear programas de “reeducación visual” para ser puestas en práctica en entidades escolares sean públicas o privadas, con información a los docentes, a los padres  sobre métodos que permitan prevenir, frenar o recuperarse de las miopías entre los escolares y eso ya es una gran diferencia. Es hora entonces de que hagamos algo de ruido.