Rechazo el terrorismo, como lo hace toda persona que respeta la vida de los demás, pero tampoco comparto la idea que con más violencia se pueda subsanar estos problemas que tanto daño hacen  a la paz mundial.

Lo que hoy día estamos viviendo tiene su origen en la lucha de poder, en el deseo de dominar la humanidad,  de ser las potencias, de dirigir los destinos de los millones de seres humanos, de poseer las riquezas del planeta. De aquí devienen las conquistas, las guerras fratricidas; y desde luego, las industrias bélicas, que buscan solo una ganancia cuantiosa, sin importar si sus productos son de destrucción, ellos deberían cuestionarse por el daño que han venido causando a la humanidad. 

Hoy la prensa hace eco de las personas que murieron por los ataques del grupo armado ISIS; ayer fue del avión de pasajeros de una línea aérea rusa, posiblemente también abatido por el mismo grupo armado que obedece a un líder que aparentemente defiende su religión de los ataques y burlas de los que ha sido objeto por otras culturas. 

Pero ¿algún medio de comunicación dice algo sobre las muertes inocentes que está ocasionando el ataque masivo sobre la ciudad siria de Raqqa, capital de los yihadistas? Es que acaso el poder mediático solo tiene una mirada hacia un lado de la noticia, ellos también son seres humanos como nosotros, cuántos niños, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos estarán dejando sus vidas sin saber por qué. Son los nuevos inocentes que una vez más pagan por los errores de otros.

El terrorismo es nefasto, son grupos enceguecidos que no respetan a nadie, están preparados para entregar su vida a cambio de un errado ideal. Pero quiénes crearon estos grupos, quiénes los mantuvieron en sus inicios, sería la pregunta que debemos hacernos.  

Siempre estaré en contra del terrorismo y en contra de la guerra, ninguno sirve para propiciar la paz. Esta no nace entre balas y muerte, la paz es necesaria para mitigar los males que genera la ambición y solo se engendra cuando hay amor por el prójimo, cuando hay respeto por el otro.

Hay que hacer una cruzada para restablecer la armonía entre las naciones. Levantarnos en armas contra los demás no subsanará el dolor que la muerte causa y seguirá causando en cientos de familias de países hermanos.