El Litoral o Costa nuestro posee un deficiente sistema de drenaje natural debido a su singular topografía, agravado por los altos niveles que alcanzaron las aguas marinas dificultando la evacuación de copiosas lluvias, fenómeno que ya se había observado en 1982 – 1983. Muchos caminos actuaron como diques y el aumento del nivel de inundaciones dañó plantaciones y cosechas, no había tránsito posible pues se dañaron muchos puentes. Por eso una imprescindible acción urgente es mantener con menos obstáculos posibles los cauces ya establecidos y mantener muy limpias las bases de todos los puentes existentes. La inundación a centros urbanos dañó a su vez sistemas de alcantarillado, agua potable y afectó a las viviendas obstruyendo también las actividades comerciales en forma abrumadora.
Manabí posee ya dos sistemas de represas: Poza Honda y La Esperanza, esto es una seguridad de contar con agua dulce en los conocidos ciclos de sequía que la provincia sufre, así es la naturaleza, impredecible, pero en presencia de El Niño tienen que funcionar en forma expedita los sistemas de evacuación del exceso de agua que podría llegar a las represas, y esto se hace a través de las compuertas de fondo, por lo tanto estos mecanismos tienen que funcionar a la perfección en los instantes que requieren ser operados. Esta operación debe ser comprobada en forma indispensable, en los sistemas indicados, asegurando que los mecanismos están aptos para cumplir con su función si una urgencia lo requiere. Así mismo resulta indispensable que todas las comunidades se organicen en comités de voluntarios, que se formen grupos de tareas que asuman una determinada función en casos emergentes, lo que también debe ser ensayado en los papeles que en conjunto representen seguridad para toda la población, no nos olvidemos que la unión hace la fuerza, y cuando los problemas son generalizados muchas veces los estamentos administrativos no pueden responder óptimamente a todos los requerimientos de auxilio y lógicamente las propias comunidades deben cumplir un rol preeminente en la conservación posible de los bienes pero con más enfoque en que no existan pérdidas humanas. Esta acción debe comprometernos a todos, para evitar, que la vida propia, de familiares y amigos se vea afectada.