Con profunda preocupación observamos absortos cómo camina nuestra juventud hacia el precipicio, sin rumbo fijo, sin un horizonte definido. Dejándonos influenciar por factores externos de poca calidad, adoptando muchas costumbres un poco malsanas, llegadas a nosotros por el internet o por Tv Cable. Imitando a personas que no tienen formación y que descienden de familias destruidas, con su filosofía bohemia y noctámbula que, además, carecen de decoro y principios.