Tamaña mentira, la afectación de los impuestos siempre será pagada por el consumidor final, el que compra, el que presta servicios, el empleado, etc., etc., mas no por los verdaderos ricos a quienes el Gobierno “ataca”, puesto que los que más tienen son quienes invierten y saben cómo trasladar ese impuesto a través de su producto o su servicio a quienes lo usan, en una cadena de endosos, que terminan pagando aquellos que viven de un sueldo o de una utilidad destinada a saciar sus necesidades básicas, sin pensar que están pagando  el impuesto destinado a afectar a los que más tienen.

Es este el círculo vicioso, donde prevalece el doble discurso, la doble moral y todas aquellas frases que copio del Presidente para señalarle que están actuando igual como critica a sus opositores.

Atrás van quedando los ingenuos y creyentes ciudadanos, pues cada día observamos a un pueblo insatisfecho, angustiado y de alguna manera sin esperanzas, ante la escasez de oportunidades, de trabajo, y con la gran cantidad de impuestos a sus espaldas.

Nuestro país, maravilloso con todas sus potencialidades, ha sido siempre el premio de quienes actuando en política lo han ido empeñando poco a poco; al final no se lo llevan porque no tiene llantas.

Es el momento de actuar, de oponernos a políticas absurdas que dejan de lado el efectivo desarrollo y el verdadero proyecto que hemos deseado para nuestro país. Las libertades conseguidas a través del tiempo no se pueden, ni se deben regalar con el engaño de leyes, reglamentos e instituciones creadas,  que dirigidas por seudos serviles del Gobierno,  hoy por hoy nos quieren confundir; haciendo que los más débiles sean quienes paguen las equivocaciones y absurdas decisiones de quienes dirigen el país.

Vale la pena destacar la frase de William Taylor “Los impuestos no solamente nos empobrecen (quitándonos una parte sustancial del producto de nuestro esfuerzo).  Nos hacen menos libres, ya que son el mecanismo que el Estado emplea para hacernos consumir esto y no aquello o comportarnos económicamente de una u otra manera. Gravando y desgravando a su antojo, el Estado nos induce a actuar como él cree. Así, los impuestos nos convierten en marionetas del ministro de Hacienda”.