Es que el triunfo de la selección nacional, dado nada menos ante un linajudo rival y en su propia cancha, como es el respetado equipo gaucho conformado por futbolistas estrellas, que hacen gala de sus performances militando en los famosos equipos de todo el mundo, una selección argentina que exhibe como hoja de vida los más variados títulos mundiales de este deporte y donde resaltan estrellas como Maradona y Messi.

Y es que en este ambiente futbolístico, donde la designación de un técnico de la selección, que proviene nada menos de dirigir el actual campeón nacional, equipo de numerosa hinchada, generó también muchas reservas en los rivales del Emelec, que discreparon de manera pública en la preferencia de incorporar jugadores a la tricolor, oriundos de la cantera millonaria y que el técnico con este sonado triunfo justificó por demás.

Y el otro acontecimiento se da en una reunión aparentemente casual, que constituye el estrechón de manos y el amable encuentro que se dio entre el primer mandatario Rafael Correa y el burgomaestre de Guayaquil, Jaime Nebot, hecho que de alguna manera genera distensión en el ambiente político del país, acostumbrado a ver y palpar una

permanente, pública y agresiva actitud entre adversarios que no admitía tregua alguna.

Suceso que se da y de ahí el hecho de resaltarlo, en momentos que el Ecuador vive una profunda crisis en materia económica, generada en gran medida, a decir de expertos en el tema, por una falta de visión estatal en no haber configurado un plan de contingencia en la larga noche de la bonanza petrolera que vivimos, para paliar esta anunciada

crisis que era por todos percibida.

La proximidad del tratamiento en la Asamblea de las pretendidas enmiendas que busca reformar la Constitución en hechos de trascendental importancia en la vida política y en todos los órdenes del país, requería de esta transitoria especie de distensión entre estos dos personajes, que gravitan de manera mayoritaria en las preferencias de la mayoría ciudadana hacia estos dos actores, por el bien del país.

Actitud que debería ser asimilada por los señores asambleístas en la actitud  histórica que les toca 

asumir.